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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Destrucción


Es absurdo enfadarse con la lluvia o con el viento, como lo es insultar a una estrella o dar por errónea la trayectoria de un cometa, criticar el ruido de una supernova, considerar lento el crecimiento de una flor o corta la duración de su fragancia. ¿Qué tipo de presunción es esa de considerar que algo de lo que pasa está mal o que debería ser de otra manera?, ¿qué es exactamente eso de 'estar mal'? 

Cuando uno dice que las cosas están mal lo que pasa es que quiere entender y no puede, y a esa incapacidad le llama estar mal. Me da igual que se hable de un desaire emocional, de un problema de dinero, del hambre en el mundo, de los desastres naturales, de las guerras, del sufrimiento de la gente o de la muerte de un ser querido. Las cosas son como son. ¿Hay algo más irrebatible que esto? Y las cosas son como son porque es así como tienen que ser ya que si no serían de otra manera. Eso es la ley universal más clara de todas y, por otra parte la menos comprendida y la que más reactividad genera. Lo siento por los que se sientan ofendidos porque necesitan que algo vaya mal, pero la verdad es que nada va bien ni mal, sencillamente va, o viene, o vuelve para volver a irse, pero de bien y mal hay tanto como de antes o después. No son más que ilusiones. ¿Dónde está el 'antes'? ¿Hay alguien que esté en un 'antes'? Me encantaría estar cara a cara con un 'antes'. ¿Y el después?, ¿alguien ve un 'después'?, ¿hacia donde miro para ver un 'después'? 'Antes' y 'después' son siempre selfies del 'ahora' que se hacen a través del diafragma de la mente. El ahora nunca deja de ser tal. Siempre es 'ahora'. 

Lo mismo ocurre con el bien y el mal. Son sólo ilusiones. La ética y la moral no existen más que como ideas, y además no son necesarias. De hecho, mientras las consideremos necesarias no tendremos nada de aquello a que lo noblemente apuntan. Ningún otro ser vivo las tiene, y curiosamente todos los seres vivos se comportan éticamente menos nosotros que tenemos ética, ese adorno de nuestra mente, ese efluvio que emana de nuestro cerebro apuntando hacia afuera proveniente de ningún adentro. Cuando uno se da cuenta de quién es no necesita ninguna ética porque la consciencia de saber quién es aniquila la necesidad de cualquier tipo de brújula. 

Enfadarse con la gente también es absurdo. Al fin y al cabo todo son cosas que ocurren. La gente no es gente, son cosas que están pasando. Somos grupos de átomos que básicamente están compuestos de vacío, esencialmente nada, así que sólo somos algo que está dándose, una voz, un soplido, una corriente, un conjunto de fenómenos naturales -en vez de rocas, cuerpo; en vez de viento, ideas; en vez de mareas, emociones-. Somos un proceso que se va y que al volver se preña a sí mismo de todo lo que ha visto; somos, pues, consciencia. Esto es la realidad, mientras que la normalmente considerada realidad es un sueño. Tú no eres tú, eres un gerundio conjugándose en n-ésima persona del 'pluringular' y tu mente, tus emociones, tus grandes logros y tus problemillas universales son gotas de sudor que caen por la frente del Todo, cansado de correr detrás de sí mismo.  

La ética es una farsa, un mapa que se hace pasar por terreno. La clave para ser persona es despersonalizarse, y destruirse es el único camino a la identificación. 

- 13 de noviembre de 2016 - 

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