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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

jueves, 28 de julio de 2022

¿Existe Dios?


En la autopercibida kilimanjárica ascensión de mi razón a la cima de la nada, el ateísmo me ha parecido siempre lo más coherente. Sin embargo, ahora que he descendido me he dado cuenta de que la coherencia no tiene por qué regir mis pareceres, así que he dejado de declararme ateo porque tanto el ateísmo como el teísmo son la misma cosa en la medida en la que hacen alusión a una polaridad. 

Dios es, pero no puede ser esto o lo otro. Dios, por tanto, no puede tener nada que ver con este mundo. No lo ha creado ni puede estar en todas partes porque el concepto mismo de “parte” le es ajeno. Todo lo ajeno a Dios es irreal, e irreal es por tanto todo lo que piensas y crees ver. Él mismo lo dijo desde su inexistencia: "Mi reino no es de este mundo" es una directísima pista para que no lo busquemos donde no podemos encontrarlo. Dios vino aquí para decirnos que no está aquí. ¿Acaso se puede ser más claroscuro? 

La respuesta a la pregunta de si Dios existe es tan incorrecta cuando se responde "sí" como cuando se responde "no" porque ambas conceptualizan y afirman o niegan una idea parcial que Aquello a lo que apuntan no puede ser ni entender. La respuesta correcta a esa pregunta capciosa es un estado mental en el que la pregunta misma se disuelve en la imposibilidad de ser formulada. Y no son los libros ni los porteadores de la razón los que te llevarán "allí". 

viernes, 8 de julio de 2022

Amigo pensador, el pensar late en ti

                                                       

Uno no dice “estoy latiendo mi corazón”, en  primer lugar porque se tiene claro que el corazón late él solito y no hace falta que lo lata nadie, y en segundo lugar porque latir es un verbo intransitivo, así que el corazón late y punto, y de este fenómeno, que se repite sin cesar –hasta que cese, claro, que cesará- no tenemos que preocuparnos ni que ocuparnos porque ocurre solo.

A mí personalmente me ha ocurrido ya una lluvia de veces; pum, pum, pum y pum, y venga y dale hasta mil quinientos millones, así que tengo un latido para cada español, tanzano, indio y maliense, y me sobran latidos para compensar todos los descorazonamientos. Así hace las cosas mi corazón: sin protestar, sin pararse, sin darse importancia y sin que yo intervenga.

Cosa curiosa es que aunque aceptemos con naturalidad que los latidos vienen de allá y no son cosa nuestra, lo de pensar, sin embargo, consideramos sea algo muy nuestro y muy de acá. “Yo pienso” y “yo pienso esto” no solo se aceptan como algo básico en cuanto a que es uno mismo el agente sino que  se consideran además la esencia de nuestra identidad. Yo soy quien soy entre otras cosas y fundamentalmente porque pienso lo que pienso y como lo pienso.

Pero, pensemos un poco: ¿de verdad es uno mismo el que piensa? No te líes, amigo pensador, pensar no es algo que tú haces, es algo que ocurre en ti, como el latir. Las ideasque son pensamientos licuados, llueven sobre ti como un diluvio mental, y en esto del llover poco tienes tú que ver, en primer lugar porque no eres tú la nube y porque llover es un verbo impersonal, como ya has de saber. 

Nuestra mente está continuamente en movimiento, incluso cuando no necesitamos que actúe. Se va al pasado donde ya nada puede cambiar, se lanza al futuro donde no hay nada que tocar, juega con la fórmula “si hubiera o hubiese…” fantasea, se ilusiona y crea compulsivamente un mundo de ectoplasmas que no existen pero que nos afectan como si existieran. Muchas veces me he preguntado dónde habrá ido a parar la energía que he gastado a lo largo de mi vida en preocuparme y afligirme por cosas que me han venido a la cabeza sin yo llamarlas y que luego nunca llegaron a ocurrir. Si me la devolvieran toda de golpe creo que podría darme un paseo por la vía láctea haciendo cabriolas de planeta en cometa.

Lo tuyo, amigo pensador, no es latir ni pensar, lo tuyo es observar tu pendular sístole-diástole existencial y contemplar cómo, gota a gota y charco a charco, se forma en ti un océano de ideas en el que, eso sí, puedes nadar y pescar.

Así que de pescar va el asunto, o más bien de qué hacer con lo que se engancha en la caña. No me imagino un pescador que lleve a la sartén una bota, un trapo ni una rueda de bicicleta. Esa pesca es para descartar, esa idea es para tirar. Hay que cuidar la dieta mental. 

Amigo pensador, no pienses que piensas, el pensar late en ti.