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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

domingo, 23 de julio de 2017

Indefinible


El universo es el bostezo de un gerundio eterno que se está desperezando. No hay estructuras, sólo eventos. La gente no es gente, son cosas que están pasando. 

Es perfecto, ya que es exactamente igual a sí mismo. Cualquier consideración -incluyendo la idea misma de igualdad- no existe porque sólo existe lo que nunca deja de existir, así que este mundo de formas transitorias y polares es irreal, es sólo una ilusión

Una flor no es una flor, es el viento, el agua, la tierra y un guiño del Big Bang posándose entre dos neuronas fingiendo ser una flor. 

Nada descriptible existe porque todo lo descrito es discreto y la separación es la destrucción del todo, que por ser todo no puede dejar de ser ni ser destruido, ya que si pudiera serlo no sería. 

Sólo hay verbo silencioso hablándose a sí mismo en un verso. Lo otro ni siquiera es ruido, es sueño.  

La verdadera esencia del universo no es que exista, sino la consciencia de que existe. 


viernes, 21 de julio de 2017

¡Abajo la polaridad! -gritó el neutrón


- Creer es dar un veredicto de aptitud a una composición mental sobre algo. Por tanto creer en Dios es imposible porque requiere reducir a Dios a un concepto para poder creer en él. Sería algo así como que nuestras ideas le dieran permiso a Dios para existir. Constituye, sin duda, uno de los ejercicios mentales más absurdos de los que somos capaces. La Verdad no es encapsulable en nuestros ridículos pensamientitos, y juzgar nos empequeñece al tamaño del juicio mismo. 

- ¿Existe el destino? -preguntas preocupado-. ¿Y qué más te da?

- Me he criado, educado y desarrollado siempre en entornos en los que la idea básica latente ha sido que 'las cosas importan'. ¡Qué gran falacia!, ¡qué ceguera! Me parece asombroso que aún creamos masivamente que las cosas importan. Es cierto que hay ideas sobre la importancia de las cosas, pero las cosas en realidad no importan. ¿Tan difícil es ver la diferencia entre la etiqueta de la botella y su contenido?

- ¿Y qué va a ser de mí? -preguntas con miedo-. Nada. Esa es la respuesta. Por tanto nada has de temer.

- Camina sobre ellas, escálalas, muévelas... conviértelas en valles si quieres, pero deja ya de pellizcar montañas con tu mentecita. ¡Qué manía con querer entenderlo todo! ¡Entiende primero la limitación de tu entender!

- ¿Crees que sabes lo que es un átomo porque le has puesto un nombre y conoces su etimología? Es difícil imaginarse una presunción mayor para algo tan pequeño.

- ¿Para cuándo el fin de esta dictadura de ideas libres?, ¿para cuándo el juicio de todos los juicios y la ejecución de todas las palabras?, ¿para cuándo el entronamiento de los neutrones?

jueves, 20 de julio de 2017

No hay opción


Expandirse es extenderse o dilatarse, es decir, pasar a ocupar más o ser más grande cualquiera que sea el objeto que se esté considerando. Tomando como ejemplo el universo -por tomar algo, y porque no podría no tomar ese algo, ya que no hay nada que no sea universo, de la misma manera que no hay trozo de pastel que no sea pastel- resulta entonces que cada segundo que pasa hay más tiempo, cada paso que se da hay más espacio y cada decisión que se toma da lugar a más opciones. Por eso cuando más se sabe más queda por saber, y cuando más seguro se está de saber algo más lejos se está de saberlo verdaderamente.  

Concretando: que es imposible concretar. El fenómeno es, además, omnidireccional: buscando la explicación “a lo grande” el vuelo los lleva a planear sobre otros planetas, otras galaxias, agujeros negros, universos paralelos… ¡Vaya, buscando la explicación a uno nos encontramos con que encima puede haber más!, es decir, que cuanto más abrimos la mano, menos abarcamos. Y lo mismo ocurre cuando la apretamos, porque pidiéndole explicaciones “a lo pequeño”, las respuestas son también cada vez más pequeñas y las dudas mayores y más numerosas, ya que ahí dentro, en la materia misma, nos caemos en el pozo del principio de incertidumbre, en la superposición de estados y en la función estadística del ser. ¿Dónde sueña entonces la verdad?

En el espacio abierto de nuestro entendimiento el universo bosteza la radiación de fondo de microondas y nuestro alma escucha “Om”; y en los ladrillos de nuestra comprensión, en el interior de lo tangible, ronronea el gato de Schrödinger y nuestro cerebro se ahoga porque deja de poder respirar disyuntivas.

No hay opción. ¿A qué se puede llamar optar cuando todo es uno? La única salida -por así llamarla, ya que tampoco hay salidas que no sean al mismo tiempo entradas- es encomendarse a desembocar. El salmón no cambia el curso del río, ni las dicotomías explican nada. “Bien” y “mal” son sólo instrumentos para caminar. La realidad no son los pies, es el pisar.

-Escrito el 10 de Junio de 2015-.