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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

lunes, 6 de agosto de 2018

Pellizcos de pensamiento


Buscar la riqueza económica es seguir el camino marcado por una flecha que atraviesa a los demás convirtiéndolos en beneficio, sin embargo, acercarse a la pobreza para estar con los "de más" es una flecha que te atraviesa a ti mismo convirtiéndote en benéfico. 

"Lo mejor de viajar es que uno se hace solidario de los otros, porque cuando viajas la gente te ayuda, y aprendes que debes ayudar a los extranjeros que vienen a tu país. Los que no viajan tienen la cabeza cerrada y el corazón seco. Pueden ser más ricos, pero son más egoístas y menos inteligentes". 
(Javier Reverte en Vagabundo en África).

Viajar solo es convertirse en un punto por el que pueden pasar infinitas rectas. Viajar en pareja o en grupo se puede parecer más a convertirse en un círculo cerrado que cambia de lugar con una improductiva impermeabilidad, como viajeros plastificados.

La serenidad es el resultado de hallar la media aritmética emocional entre las luces más altas y los pozos más oscuros del propio yo. No hay serenidad verdadera si no se está de vuelta de estos viajes extremos. La del que no ha viajado en vertical no es serenidad, es inmovilidad. 

Desde que no hago preguntas para no saber me entero de casi todo.

- 20 de julio de 2014 - 

jueves, 2 de agosto de 2018

¿Y si...?


¿Y si resulta que la causa es lo mismo que el efecto y la discontinuidad que nosotros advertimos entre una y otro no es más que una forma de torpeza de nuestro entendimiento, un pestañeo del mismo, una incapacidad humana de captar el continŭus?

¿Y si la esencial realidad es espiritual y este mundo de lo tangible que tan convincente nos parece no es más que una cristalización pasajera de un alma, un resuello de algo único e inmaterial?

¿Qué quiere decir si no, que la luz -fenómeno intangible, esencialmente espiritual- sea capaz de excitar un eletrón con su energía y cambiarlo de orbital, modificando así la materia? ¿No es eso una forma de creación, materialización o encarnación?

¿Y no es espiritualización lo que ocurre cuando el mismo electrón muda su orbital, cambia de habitación y emite por ello un fotón? ¿A dónde va esa luz? ¿Cuándo parará? ¿Qué otro electrón excitará y qué materia nueva creará? ¿En qué se reencarnará?

¿Y si la luz no viaja, sino que ya está ahí, en todas partes, y lo que llamamos viajar no es más que un paulatino -en diferentes lugares- despertar?

¿Y si resulta que es verdad que no somos el centro de nada sino parte de un todo sin forma que no tiene más centro que su condición de ser, sin más?

¿Y si al final se descubre que el ego no soy yo, ni lo mío, ni mi verdad, sino una nota al margen del universo para poderse pensar, una herramienta autoconscience, una sinapsis entre yo y todo lo demás?

¿Y si yo no soy yo sino que soy Ello a través de mí?

¿Y si al final no hay final, y es todo principio y lo otro ha terminado ya?

¿Y si todo es lo mismo pero no da igual?

- 21 de abril de 2014 -