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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

martes, 22 de octubre de 2013

Baricentro, soy


¿Somos lo que hacemos o lo que pensamos? ¿O somos lo que decimos, aunque no lo hayamos pensado? ¿O somos lo que piensen de nosotros, aunque no hayamos dicho nada? ¿Qué somos?

Parece que sólo podemos ser tres cosas: Lo que creemos que somos, lo que queremos ser, y lo que los demás creen que somos. O quizás no somos nada de eso, o todo a la vez. Si hablan bien de mí, me envanezco, porque el halago debilita; si hablan mal, intento que no me afecte, aunque también me intereso, porque no tengo un interruptor para atender sólo cuando se habla bien y no hacer caso alguno cuando se habla mal; y si nadie habla de mí me preocupo, porque mi ego me pregunta por qué no se me tiene en cuenta ahí fuera. 

Y mientras tanto pretendo ser un montón de cosas, y a veces lo consigo, o eso creo, porque una cosa es lo que quiero ser, otra lo que puedo, y otra lo que creo conseguir ser.

Resulta entonces que no soy nada en concreto, sino el baricentro de un triángulo con vértices móviles en torno a los cuales gravitan mis intereses, gustos, complejos y necesidades.

Soy, por tanto, un siendo; así que no digas de mí que sabes quién soy, porque eso es sólo lo que tú crees saber. Yo también soy lo que creo ser, lo que quiero ser y algo que tú nunca sabrás porque no eres yo. Y si hablas de mí y crees acertar quién soy, lo que dices ya no vale, porque ese soy ya es un fui. ¡Resígnate, mi ser es inasible! Ya lo deberías saber. 

lunes, 21 de octubre de 2013

Amor sentidos, amor pajarico


El tacto es una sábana que cae sobre ti cuando estás desnuda. 

El gusto es la humedad que queda en la sábana después de hacer el amor. 

El olfato es el recuerdo de lo que allí pasó. 

El oído es el eco de tus gemidos, 

y mi espejismo somos tú y yo. 


El amor es un ave sin nido que pone huevos en el aire. 

La vida en pareja es querer freírlos en una cocina de viento, 

y mi exnovia es un pajarito arco iris 

que nació antes de que uno se estrellara en el cemento. 



PS: "El amor es un ave sin nido que pone huevos en el aire" es una frase de Neorrabioso.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Libreta



Casi siempre llevo una libreta y un boli encima. Lo hago porque cuando escucho, leo, veo o se me ocurren cosas que me llaman la atención, no quiero que se me olviden.

También apunto nombres, números de teléfono, direcciones y reflexiones que no vienen a cuento de nada, y a veces dejo que otros apunten cosas en ella. Es como una memoria pública de papel para la que no hay censura, pues basta con abrirla y escribir en ella o leerla, cosa que por otra parte no prohíbo nunca, pues si hay algo comprometedor puedo siempre escudarme en la coartada de que es literatura, o reflexiones ajenas, o cosas de mi inconsciente, y como no conozco a nadie que al lado del pensamiento más excelso no haya albergado alguna vez alguna soeza, no me avergüenzo ni me siento en la necesidad de dar ninguna explicación. Simplemente es lo que pone ahí y ya está. 

Hoy he completado mi libreta, y mañana estrenare, por tanto, otra, así que esta circunstancia ha hecho que se me ocurra publicar algunas de las cosas que en ella se contienen. Quizás alguna merezca la pena, aunque no estoy seguro de que así sea, ni soy responsable de que así no sea. 

Ahí van, pues, varios apuntes sin orden ni concierto y sin autor determinado, ya que la caligrafía varía: 

- Los números no existen.
¿Alguien ha visto un número?, ¿dónde?, ¿a qué hora?, ¿cuántos?
Ah, sí, existen. Pero, ¿dónde?, ¿ahí fuera o sólo en mi cerebro?, ¿son una realidad externa o una plantilla de mi entendimiento?

- Ranciedades:
Soy amigo de mis amigos.
Soy una persona normal, y me gustaría encontrar a otra persona normal.
Me gusta reír y pasármelo bien.
Alguien que en mitad de una exposición dice: "Y tal y cual y no sé qué no sé cuántos..."
Un político diciendo: “Estoy absolutamente convencido de que…”
Un tertuliano diciendo: “Yo pienso de que…”

- ¿Cómo es posible tener problemas en admitir alguna teoría de la evolución sabiéndose como se sabe que las mariposas primero fueron gusanos? ¿Y sabiendo que nosotros mismos fuimos espermatozoide serpenteante?

- Un rebelde es aquel que ha padecido sucesivamente la familia, la escuela, la iglesia y la patria, y, sin embargo, aún conserva la curiosidad.
(Neorrabioso)

- Tienes la lengua fina y los labios calientes. Llámame, 69808085 
(Y aparece un número de móvil en el que falta un dígito)

- El otro día te miré como que no me estuvieras mirando,
y no es que mi mirar me admirara,
es que tengo resaca del tuyo, con el que no contaba.

- Me encanta hacerle quiebros al destino. Hoy he dado un abrazo que llevaba macerando más de diez años. He sentido claramente que el tiempo lo cura y lo aniquila todo.

- Bailar es habitar la música.

- Lo contrario del amor es el miedo porque el miedo es la pérdida de autoestima.

- Me interesa la vida en sí por encima de lo que en la vida se hace.

- La inspiración es un pájaro que nunca vuela en línea recta.

- Se despenaliza el uso de la “x” y la “w”, ausentes en el alfabeto turco.
(¿Se despenaliza el uso de unas letras?)

- Al corazón no debería importarle quién se fue sino quién vendrá.
(Héctor del Mar, locutando un combate de Wrestling)

- Se ha producido un eclipse de persona; la luz no pasa a través del dinero.

- Vamos a dejar de hablarnos para ver si empezamos a entendernos.

- Yo adoro al Sol, que es una cosa que veo todos los días, que trae luz y calor, y gracias a la cual estoy vivo. ¿Qué necesidad tengo de complicarme la vida adorando a una persona que está torturada en un madero? ¡Es que no acabo de pillarle el tranquillo a ese asunto!

lunes, 14 de octubre de 2013

Surrealismo sexual


Y dijo el loco: "Quiero que el sexo no sea mi objetivo ni mi límite, sino mi sublime divertimento. El sexo no tiene forma de flecha, sino de esfera, y no sirve para apuntar a nadie ni para construir vallas, sino para expandirse. Delimitar la fidelidad con él es como hacerlo con el hambre".

Y dijeron los cuerdos: «Estás loco, nunca podrás decir "te amo, y juro por nuestro amor que no tendré hambre cuando tú no estés"».

Nos gusta firmar en la arena, o en el agua, o en el hielo, o incluso en el aire, y evocamos firmas que dejan de existir antes incluso de haberse rubricado para ejecutar avales sin sentido que van contra el aliento más básico de lo que somos.

¿Por qué no nos esforzamos casi nunca en pensar que la realidad es más amplia que nuestra capacidad de entenderla y lo hacemos al revés, es decir, que empequeñecemos la realidad al tamaño de nuestras acomplejadas entendederas? ¿A dónde nos puede llevar empeñarnos en considerar que el cielo sólo es maravilloso visto desde una montaña en concreto, o que el mar sólo habla en una playa, o que tiene que haber un mirador con un cartel para poder disfrutar de un paisaje?

Nos organizamos a base de desorganizar la naturaleza. Los límites que marcamos llevan el color de la presunción, del orgullo envanecido y del miedo. “Eres mía y no quiero que seas de nadie más”. ¡Menuda ranciedad! ¿Desde cuándo eres carcelero? ¿Qué te has creído que eres para pedirle a tu amante que no goce ni se sobrecoja allende tu propio cuerpo? ¿Por qué prohíbes galopar sobre caballos de viento? ¿Qué tipo de lógica quieres imponerle a la naturaleza para que quepa en tu cobardía? ¿Por qué insistes en hacer poesía con una hoja de cálculo?

Si eres más guarro que una mano estás perdido; el egoísmo vendrá a darte lecciones de decencia y tendrás que rehabilitarte, esconderte o quedarte muy solo. 

miércoles, 2 de octubre de 2013

Del leer y todo lo contrario


Se me ocurre que hay una metáfora fácil entre lo que uno come y lo que lee, y en los efectos que esto causa en el organismo.

Al leer se está mucho tiempo en silencio recibiendo ideas. Es como quien escucha durante mucho rato sin interrumpir, y el sosiego de esta forma de recibir lo que está fuera no tiene la discontinuidad y habitual desestructuración de lo que se recibe por otras vías; el silencio y el orden de lo que ha tenido que ser escrito antes es más fácilmente digerible por el cerebro que lo que se aprende en el movimiento desenfocado de la vida. Es como comer sentado o corriendo. La verdad es que yo prefiero comer sentado.

Por otra parte, hay gente que está siempre a dieta y piensa que las grandes vidas son sólo literatura, mientras que el que lee las hace reales en su imaginación y pone a prueba la suya propia por comparación. El que lee sueña, el que no lee duerme. El que lee opina porque intuye la grandeza del mundo; el que no lee asevera porque cree que el mundo es su mundo. Con el que lee se puede hablar; al que no lee se le lee enseguida en cuanto habla.

Pero, ¡ojo!, porque hay gente que lee y sólo traga. Cuando se ha leído mucho empieza uno a tener necesidad de digerir. Los que leen mucho y no digieren explotan y mueren como falsos eruditos por estreñimiento de ideas.

Hay gente con dietas muy insanas: un notario, por ejemplo, que sólo sea notario, es una persona que ha ganado un concurso de esos en los que se compite a ver quién se come más salchichas en menos tiempo. Un ingeniero que sólo sea ingeniero es alguien que sólo come soluciones. Alguien que estudia idiomas es alguien a quien le gusta la cocina, pero eso no quiere decir que coma bien; sin embargo un filósofo que sea omnívoro y no tenga cortes de digestión es una persona con un cerebro bien nutrido.

Los que aborrecen la comida piensan que leer es prescindible, precisamente porque viven sin leer, así que es muy difícil convencerles de la necesidad de la lectura porque nunca han leído que hay una diferencia entre existir y estar vivo. Por eso también el que no lee piensa que el que dice que leer es necesario se está metiendo con él, pero claro, esto es porque no sabe que está necesitado de lo necesario. La necesidad más peligrosa es precisamente aquella que se tiene sin saberlo, al igual que la mayor de las esclavitudes es no saber que no se es libre. El que no lee piensa por tanto que lo que está escrito es una amenaza, pero el que lee tiene a Miedo de su lado, como Alejandro Magno y los macedonios, y se conquista a sí mismo al galope de las nuevas ideas. 

El que lee viaja y su campamento es un mundo en movimiento, mientras que el que no lee piensa que eso es no acabar de encontrarse. Esto sucede porque el que no lee sólo puede fijar sus ideas en las cosas que ve, y considera que con las cosas intangibles no se puede hacer artesanía, ya que no conoce la maleabilidad de las letras.

Yo una vez me encontré con una persona que había leído tan poco que cuando le hablé de todo esto y por hacer una broma le dije que yo no había leído nunca, me creyó.

A la gente que no lee se la lleva el viento, la que lee se convierte en brisa.

Leer sienta bien, por eso lo recomiendo y por eso dejo estos pensamientos por escrito. 

PS: Esta entrada tiene el mismo sentido, o sinsentido, eso lo dejo al antojo del lector, si se substituye el verbo leer por viajar. Quizás porque "para aprender, andar y leer", o quizás porque en cierto modo son la misma cosa.