¿Qué es más dignificante, la búsqueda de la igualdad o la
asunción de la desigualdad? Si no hay dos cosas iguales, dos momentos iguales, dos
emociones iguales, dos huevos iguales, dos galaxias, dos células ni dos gotas de lo que sea iguales, ¿por
qué ese empeño en igualarlo todo?
¿Qué es más importante, el individuo o la comunidad? ¿Acaso
tiene sentido un individuo sin pertenecer a alguna comunidad, ya sea terrenal o
espiritual? ¿Por qué entonces esa búsqueda obsesiva y acomplejada de potenciación
del yo? ¿No tendría más sentido su disolución? ¿No convendría ver el yo más como
un problema que como un objeto de adoración? ¿Te imaginas la paz de no tener
yo? ¿Te imaginas la plenitud de ser Todo?
¿Verdad? ¿Qué no es eso? ¿Dónde no está? ¿Hay algo que no tenga algo de verdad? ¿Alguna verdad es capaz de estarse quieta? ¿Acaso lo falso no es
verdaderamente falso? ¿Por qué afrontar la búsqueda de la verdad con un maniqueísmo de blanco y negro si se trata de colorear el arco iris?
"No hay más que un solo Dios y no tendrás a otros dioses junto a mí". ¿No es la frase más atea posible? ¿Desde cuándo Dios es huraño y celoso? ¿No es precisamente la pluralidad la esencia del Todo?
¿Derechos? ¿No son flores de una planta que se riega con
deberes?
Benditas preguntas...ya te intuyo movidito en esta nuena aventura, disfrutala ,(sé que lo harás) Buen camino ojos bonitos
ResponderEliminarAsumir la desigualdad del mundo es más sano cerebralmente y poder así destinar fuerzas y energia en procurar hacerlo más justo.
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