Ya llevo nueve meses
en Tanzania, y durante este tiempo he podido paladear que la vida puede ser
totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados en nuestro mundo irreal, y
eso es por supuesto un dato muy interesante para interpretar lo que hay a mi alrededor.
Es una ventana abierta a nuevas posibilidades y consideraciones para cada
circunstancia, emoción, apetencia... que viva a partir de ahora. Tiene el valor
de la sabiduría, y por tanto también la soledad que ésta siempre conlleva. Si se quiere ser sabio conviene entrenarse para poder soportar sentirse solo
muchas veces; está claro que es más fácil compartir una estupidez que una agudeza,
simplemente por razones cuantitativas.
No he pensado
demasiado sobre qué voy a hacer después de mi estancia aquí, pero siento algunas
palpitaciones que creo sé hacia dónde me van a conducir. Tengo mucha curiosidad por saber más de mí
mismo, y me apetecería hacer espeleología en la cueva de mi cerebro. Creo que puede ser un ejercicio apasionante, y no lo digo con presunción, sino con pura
curiosidad. Me daría igual saber sobre cualquier otra persona, pero me resulta
más cómodo aprender sobre mí mismo simplemente porque me pilla más cerca.
Me da vueltas por la
cabeza pasar una temporada en la
India , o en el Tibet, ¡qué sé yo dónde! con la
intención de integrarme en otro paisaje de ideas y de gente y aprender lo más
posible in situ sobre la meditación y los efectos que ésta puede tener en la psique.
Creo que somos casi todos unos analfabetos sobre la influencia que de verdad y de
manera controlada podemos tener sobre nosotros mismos, y pienso que el camino
de la meditación puede ser una forma de entrar en la cueva que me muestre
grutas maravillosas y estancias inimaginables donde las estalactitas
hagan el amor con las estalacmitas. Ir al centro de la
Tierra puede
tener sentido para interpretar la estratrosfera. Curiosas paradojas de los
grandes proyectos.
Imagino, por
ejemplo, poder controlar un insulto como quien toma una curva muy abierta,
tranquilamente, girando con dulzura para cambiar el rumbo de las percepciones y
las ideas; poder pedir perdón sin tener la sensación de que se gastan ahorros
emocionales; poder comunicarse sin la necesidad del agradecimiento o el halago ajenos; utilizar todo lo que se sabe para buscar siempre la comprensión, positivizarse, ser lo que se quiere ser sin que duela nada, aceptando el fracaso
con naturalidad como quien acepta una corriente de viento al doblar una esquina; pasearme con los miedos en cueros.
Imagino que me
convierto en luz y que me curvo en el espacio-tiempo emocional en las
proximidades de un agujero de gusano que conduce a un pantano de gratitud en el que pueda disolver mi ego, esa piedra en el zapato que tenemos todos y que nos
impide viajar con comodidad a lo largo de un itinerario -la vida- en el que el
concepto de individualidad es en realidad una estupidez, ya que todo tiene que ver con
todo.
Este tipo de cosas
me llaman la atención y me gustaría cultivarme en ellas. Todo muy místico así
dicho, pero muy claro, práctico y tangible a la vez. Herramientas intangibles
para tratar con todo lo tangible; otra vez la curiosa paradoja de los grandes
proyectos.