Hay un lugar en el planeta en el que llueve hacia arriba.
Hay un lugar en África en el que una inmensa cabellera blanca de más de mil
metros se agita al ritmo de la caída libre del agua enfurecida por no
ser nube.
Hay un lugar en Zambia en el que una catarata se desnuda
salvajemente y se convierte en humo, en humo que truena (Mosi-oa-tunya).
Es un lugar paralizante. Aglutina en un kilómetro de
anchura y cien metros de caída el poderío del cielo estrellado y del
horizonte oceánico.
Ahora
que lo he visto y oído tronar puedo imaginar la cara que se le quedaría
al propio Livingstone al encontrarse con tamaño capricho navegando por el, hasta
ese momento, apacible río Zambeze. En
ese punto el manso Zambeze se vuelve loco, se tira de los pelos, grita, se
desencaja, salta al vacío, se suicida, muere y renace al mismo tiempo. El
humo de su caída se convierte en vapor y resulta indistinguible su agua de las
nubes que lo crearon, concentrando en un solo momento el origen, el final y el
proceso mismo de su existencia, y de la del que lo admira.
En estas cataratas la Naturaleza
te chilla al oído, te mira muy adentro y te zarandea. Es imposible no
sentirla, no sobrecogerse. Es imposible no convertirse en estatua. Hasta el
mismísimo arco iris se pliega, se humilla y se arrodilla a sus pies, acatando su papel secundario ante tanta magnificencia.
Hay un lugar en el planeta en el que la Naturaleza truena, barrita, ruge,
habla y susurra a la vez un único mensaje: BE-LLE-ZA.
Morowi!! Acabo de pegarme un atracón de lectura y estoy... ¡feliz! Feliz de sentirte así, tan vivo, de reconocer sensaciones que he tenido en alguien cercano, conocido y querido. También siento orgullo, sí, porque ese que sale en las fotos, ese que ordena palabras con la gramática de la sensibilidad, ese es amigo mío. Un enorme abrazo desde Burgos y toda mi admiración. Ashu.
ResponderEliminarAgo en sos Moro...he sentido tu narración como si estuviera asomado al balcon del Zambeze.
ResponderEliminarComo ha cambidado todo. Hace unos días salió en el Telediario que una empresa del Grupo Betersman cerraba su sede en Madrid (Sonopress) y había cacerolada de empleados y ruido social...si ya lo decías ...eso no tenía futuro.