El concepto físico de entropía es uno de los que de manera
más juguetona se mueve por mi cabeza. Más allá de las ecuaciones que lo
explican, que a casi todo el mundo podrían asustar, la idea es muy sencilla de
entender. Simplificando hasta la vulgaridad, pero sin faltar a su verdad, se
puede hablar de entropía como desorden. La entropía es desorden. Si fuera una
palabra de uso común que trascendiera los foros eruditos de la física podríamos
decir que nuestra oficina tiene mucha entropía, que en una biblioteca en la que los libros andan manga por hombro hay mucha entropía, o que el escritorio del ordenador
está muy entrópico; e incluso nuestra madre podría espetarnos algo así como:
“Hijo, ordena ya tu habitación que veo mucha entropía por aquí”.
Y resulta que este concepto del desorden es muy
interesante porque a partir de su estudio profundo -físico y filosófico- se
pueden abordar aspectos tan asombrosos como la flecha del tiempo (por qué hay
pasado y futuro), por qué hay cosas que pasan y cosas que nunca pasan y por qué el universo se está expandiendo. Interesante, ¿verdad? Pues a continuación voy a imaginar que le paso la pluma a Supercoco, de Barrio Sésamo, para explicar qué significa todo esto de manera que todos podamos entenderlo y jugar con ello para deleitar a las más vagas y también a
las más exquisitas de nuestras neuronas.
Imagina un vaso que cae al suelo y se hace añicos. Lo hemos
visto muchas veces y no nos sorprende pero… ¿por qué nunca hemos visto el
proceso contrario, es decir, que un montón de trozos se junten y se ordenen
para formar un vaso? También hemos visto a un saltador de trampolín zambullirse en la
piscina y cómo su impacto hace salpicar millones de gotas de agua hacia todas
partes, pero nunca hemos observado esto rebobinado en la vida real, es decir,
no nos consta que en la naturaleza un montón de gotas de agua separadas se hayan puesto de acuerdo de repente y hayan brincado todas a una para ordenarse formando un líquido reunido en un chorro compacto. ¿Por qué no ocurren nunca estas cosas? ¿Por qué no se forman naturalmente
vasos a partir de añicos? ¿Por qué las gotas de agua se dispersan pero no se
juntan, o sea, por qué no se puede conjugar el verbo “antisalpicar”?
Se comprueba que todo lo que pasa en el universo tiende a aumentar la entropía.
Todo está cada vez más desordenado. Cada vez que pasa algo -lo que sea-
hay más desorden. Es como si el universo estuviera barriéndose a sí mismo
debajo de su propia alfombra. Es imposible, pues, que ocurra algo que deje todo
más ordenado al terminarse que antes de iniciarse.
Llegados a este punto sería lógico preguntarse: “Bueno, pero si ordeno mi oficina, si hago lo mismo con los archivos de mi ordenador, y si mi madre me da la enhorabuena por el estado de mi habitación, entonces hay más orden al final que al principio, ¿no?”.
La respuesta es no. Mamá puede estar más contenta porque verdaderamente la habitación presenta menos entropía, pero ha sido a costa de generar más desorden en todo lo que no es la habitación. Es decir, tus movimientos de un lado a otro colocando cada cosa en su sitio, agacharte, ponerte de pie, pensar, mover la ropa y los libros, recolocar las zapatillas, abrir y cerrar las puertas de los armarios y, en general, todo lo que hay que hacer para ordenar genera más desorden en el universo que el que había antes de empezar.
Llegados a este punto sería lógico preguntarse: “Bueno, pero si ordeno mi oficina, si hago lo mismo con los archivos de mi ordenador, y si mi madre me da la enhorabuena por el estado de mi habitación, entonces hay más orden al final que al principio, ¿no?”.
La respuesta es no. Mamá puede estar más contenta porque verdaderamente la habitación presenta menos entropía, pero ha sido a costa de generar más desorden en todo lo que no es la habitación. Es decir, tus movimientos de un lado a otro colocando cada cosa en su sitio, agacharte, ponerte de pie, pensar, mover la ropa y los libros, recolocar las zapatillas, abrir y cerrar las puertas de los armarios y, en general, todo lo que hay que hacer para ordenar genera más desorden en el universo que el que había antes de empezar.
Visto de otra manera: consideremos tu habitación hecha un
cisco y a ti dentro de ella. Estando así las cosas, lo más ordenado que puede ocurrir es que no ocurra nada, es decir, la quietud absoluta; de hecho no hay nada más ordenado que no hacer nada. Si te empiezas a mover y a
colocarlo todo “en su sitio” estás provocando un cambio, alterando el estado, perturbando el entorno, es decir, que aunque al final sea más fácil encontrar las cosas,
en realidad ha crecido el desorden, ha aumentado la entropía. No hay que
confundir lo fácil que después es encontrar las cosas y el contento de mamá
con lo que de verdad ha ocurrido en términos físicos objetivos en el proceso de recolocación. Lo que de verdad ha ocurrido es que se ha generado más desorden;
útil, pero desorden.
La entropía es la banca que gana en todas las jugadas: es imposible que un vaso se forme él solito a partir de sus añicos, es imposible
que un saltador emerja del agua y ascienda hasta su trampolín permitiendo contra natura que todas
las gotas se antisalpiquen ordenadamente, y lo es también que el tiempo dé la vuelta y se dirija hacia el pasado. Todos estos procesos aumentarían el orden, y eso no gustaría a la entropía. Vivimos en un sistema de autocracia entrópica, y cada vez hay más. Ella es la flecha del tiempo y ella dictamina lo que pasa y lo que no puede pasar. "Esto es así, y no te
canses" -afirma y concluye tajante Supercoco-.
Con estas ideas en sazón es fácil entender que el universo se
expande porque si se contrajera estaría cada vez más ordenado, y eso, como
acabamos de decir, no lo tolera la dictatorial entropía. El universo es un
inabarcable salpicando, un inconmesurable vaso haciéndose pedazos, un sólido
gasificándose. El día que empiece a contraerse nos daremos cuenta porque los
vasos se reorganizarán a partir de añicos y se subirán solos encima de la mesa,
habrá campeonato del mundo de salto de piscina a trampolín y veremos en la tele
anuncios para asegurar nuestra niñez, no nuestra vejez, porque lo que nos preocupará será cómo va a ser nuestro pasado. La flecha del tiempo
cambiará de sentido.
Pero mientras eso no ocurra, la mejor prueba de que el
universo sigue expandiéndose es que cada día se puede aprender algo nuevo, que aún se pueden hacer añicos los prejuicios,
que es posible saltar desde nuestro ego para salpicar de ideas y de amor a los demás, y que la flecha del tiempo de nuestra vida apunta
a pasar de la ordenada y dogmática rigidez de una piedra a ser más entrópico, desordenado, acomodaticio, imprevisible, espontáneo
y expansivo que un gas.
Don´t be water, my friend, be gas!
24 de noviembre de 2014.
Don´t be water, my friend, be gas!
24 de noviembre de 2014.