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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

sábado, 9 de agosto de 2014

Autorretrato con letras



Las mejores fotos se hacen con la retina, y el mejor Photoshop es el cerebro. No hago muchas fotos (con cámara, se entiende), pero a menudo intento dibujar con palabras los trazos rugosos que mi memoria guarda sobre las cosas que he visto. 

La paleta de colores está hecha de otras imágenes o de cosas que he escuchado, leído o pensado, así que mezclando unas con otras voy dando brochazos a la idea que quiere parirse en mi interior.

A veces la imagen primera sobre la que trabajo no es una realidad antes vista sino un deseo, o una frustración, o un sueño, o la sala de espera de un sueño, o todo a la vez, por eso a través de la escritura uno puede transcender siendo otro. Leyendo se pueden vivir vidas ajenas; escribiendo, se pueden crear.

Cuando me pregunto por qué escribo se me ocurren varias respuestas. Supongo que por una parte está la presunción de que me lean: a todos nos gusta que nos escuchen cuando decimos algo, incluso a los que sólo dicen tonterías, entre los cuales, a ratos, me incluyo. Por otra parte, me gusta la idea de tener un archivo de lo que pasa por mi mente, y de no escribir no lo tendría; releerse es como mirarse al espejo y lo gracioso es que a veces no te reconoces. 

O quizás la razón última de escribir sea que quiero seguir siendo cuando deje de ser, o sea, que quiero transcender. Escribiría, pues, por instinto de supervivencia, ya que escribiendo se acerca uno a la inmortalidad, aunque la mejor forma de ser inmortal es no haber vivido nunca. Como no puedo no vivir, porque confieso que he vivido, me automedico: escribo

"Me automedico: escribo", es una frase de Neorrabioso.

3 comentarios:

  1. Yo soy de los que se automedica "leyendote", y recomiendo esté balsamico estiramiento de meninges a todo aquel que se tercia.
    Las palabras quedan, cuando seamos carne de enfermedades seniles alguien nos recordará lo que vivimos...

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  2. No solo te hará inmortal lo que escribes, sino lo que compartes a diario, las infinitas imágenes de retina en 3 dimensiones… una puesta de sol entre baoabs, neuronas tendiéndote la mano, mientras delante asoma el Kili entre las nubes. Gracias Hosea, por pasar a la historia, a mi historia, no dejes de escribir… que no puedo perder la influencia :)

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  3. También yo me automedico " leyendote".
    He de confesar también querido primo, que noto mucha mejoría.
    Gracias y un Abrazucu !

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