La diferencia entre el Jardín de las Tullerías de París y un prado cualquiera es que el primero es una obra, mientras que el segundo es algo obrando. El primero es una mariposa muerta en el libro de un entomólogo y el segundo es gusano, crisálida, mariposa y vuelo a la vez.
Cuando se enjaula la Naturaleza aparecen los jardines urbanos, los acuarios, los zoos y, en última instancia, las ciudades. Cuando se la deja libre brota el todo y el viento hace de frontera.
La Naturaleza no habla, sino que es el discurso en sí. Lo que habla tiene un nombre, pero sólo podemos apuntarlo con pronombres. Si lo nombras lo matas.
Conectar sólo racionalmente con la Naturaleza es como aprender un idioma nuevo para hablar con uno mismo: una mediocridad.
Saber que la lavanda también se llama alhucema, espliego o cantueso, que su nombre técnico es lavandula, que tiene tallos de sección cuadrangular con brácteas diferentes de las hojas y que su cáliz está formado por cinco dientes triangulares no es saber lo que la lavanda es. Sin embargo, sentir su olor al ritmo del baile de los campos lila acariciados por el viento de una suave brisa marina que se ha perdido en las laderas de una montaña sí es saber lo que la lavanda es.
Quien dice "este árbol es mío" está enfermo. Quien dice "este árbol soy yo" no tiene razón pero dice la verdad.
- Escrito el 28 de agosto de 2016 -