La Ley del Espejo dice que si alguien hace algo que te hace
sentir mal, la lectura correcta no es que la acción de ese alguien ha creado
una energía que ha llegado a ti y te ha causado malestar, ¡no!
Lo que realmente pasa cuando alguien hace algo que te hace
sentir mal es que tú, que tenías un malestar interno, lo has proyectado hacia
fuera para deshacerte de ello y lo has arrojado contra la situación. Esa misma
situación podría no haberte supuesto ningún malestar si tú no lo hubieras
proyectado sobre ella.
La primera lectura, la que has venido haciendo durante toda tu vida, perpetúa
tu victimismo y hace que te sientas siempre zarandeado y a merced
de las circunstancias. “Si me pasa algo malo –dirás- me sentiré mal”, y te darás
la razón sin ninguna duda, y no te faltarán apoyos porque todo el mundo te la dará. Tiene toda la lógica del mundo. ¿Quién te va a llevar
la contraria en algo tan obvio?
Sin embargo la segunda lectura, la de que lo que sientes es tuyo y nace en ti, sea cual sea la situación que ha parecido provocarlo ahí fuera, es la alternativa que cambiará el mundo.
Y aquí no hay concesiones, amigo psiconauta; no se trata
de que observes algo, lo valides y lo creas, es decir, no se trata de ver para creer sino justo de todo lo contrario, tienes que saltar sin red. Se trata de creer para ver.
Y cuando creas para ver entonces verás que los ojos no son cámaras sino proyectores, y que para VER de verdad hay que mirar a lo que hace que el ojo vea, aunque el propio ojo no sea capaz de verlo. Y no es raro que no sea visible para el ojo lo que hace que el ojo vea de la misma manera que no lo es que un diente no pueda morderse a sí mismo, que el fuego no se autoabrase o que una navaja no pueda cortarse a sí misma por muy afilada que ésta esté.
Sé valiente, amigo psiconauta, entrégate, encomiéndate, acércate a la verdad, ¡ve y VE!