El otro día me llegó esta foto por Whatsapp.
Me hizo pensar, claro, pero me hizo pensar de una manera
especial, digamos que en bajada, o en subida, según se mire.
Resulta que hay que deducir qué número hay que poner en el
lugar de los interrogantes, y la respuesta es única y lógica, y es de esas que cuando
lo has resuelto sabes que es correcta, es decir, que no hay lugar a dudas.
Hablaba de pensar en subida o bajada, o en evolución, porque
cuando uno intenta resolver el problema suele tender a pensar en términos “adultamente
lógicos”, elaborados, de cálculo complejo. Pensé incluso en potencias o
exponenciaciones; me armé de lo más granado de mi cerebro para conquistar la
respuesta. Pero ya lo dice en la foto: “Intenta pensar como un niño si quieres
encontrar la solución”. Así que empecé a descartar cábalas demasiado complejas,
potencias y exponentes, y cualquier cálculo que fuera más allá de una sencilla
suma. Y por ahí me fui acercando a la solución, hasta que la hallé, claro, pero
no porque soy muy listo, sino porque afortunadamente todavía llevo un niño
dentro.
Más allá de la aventura neuronal que describí intentando
resolverlo -esa aventura de pensamiento en evolución- me pregunté a continuación,
y lo cuento ahora, ¡cuántas veces no habrá que afrontamos los problemas de una
manera compleja, elaborada, pensando en nuestra capacidad cognitiva, educada en
la dificultad, competitiva, e incluso elitista, cuando la solución pueda estar
precisamente en desembarazarnos de los prejuicios de sabiduría que tenemos y
que a veces nos impiden ver con claridad las cosas más sencillas!, precisamente
porque las complicamos con nuestra mirada. Adulteramos lo que queremos medir
con la propia mirada con que lo escudriñamos, y nos pasa que, como en los
niveles cuánticos, al medir alteramos la medida y no damos con la respuesta.
Ahí queda la reflexión, para que no nos olvidemos de que a veces lo difícil no lo es tanto si lo afrontamos con la mirada de la sencillez. Y esto vale para todo, no sólo para responder a los amigos con un Whatsaap diferente de “pero... ¿cuál es la respuesta?”
Ahí queda la reflexión, para que no nos olvidemos de que a veces lo difícil no lo es tanto si lo afrontamos con la mirada de la sencillez. Y esto vale para todo, no sólo para responder a los amigos con un Whatsaap diferente de “pero... ¿cuál es la respuesta?”
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