Cuando uno trabaja mucho piensa poco, o, mejor dicho, tiene
poco tiempo para pensar en lo que piensa. En estas circunstancias el cerebro se
ocupa en resolver los problemas que le van llegando y el pensamiento va, por
tanto, guiado a la resolución de algo, no a la reflexión. Hay gente que sólo se
dedica a resolver problemas y no vive casi nunca la experiencia de que sus
ideas vaguen libremente y se saluden unas a otras preguntándose cosas, que casi
siempre tienen que ver con el por qué o el para qué, o incluso con la
conveniencia de que se estén haciendo tantas cosas sin tiempo para tantas
otras.
En nuestra sociedad moderna este vacío de reflexión se suele
asociar con expresiones del tipo “voy tirando”, “podría ser peor”, “no puedo
quejarme”… y hasta podría decirse que son felices los que durante el día por su
trabajo y por la noche por su cansancio no tienen tiempo ni fuerzas para pensar
en si son felices o no, y por defecto se dan por afortunados. Llevan vida de
hormiga; de hormiga “feliz”, pero de hormiga.
Yo creo que es saludable sentarse con uno mismo de vez en
cuando para considerar nueva o detenidamente algunas cosas, es decir, para
reflexionar. Aceptamos con naturalidad que las relaciones con los demás que no
se cultivan tienden a atenuarse -aunque también hay relaciones que necesitan de un período de barbecho, pero eso es otro tema- pero
nos parece demasiado profundo y prescindible considerar la idea, para mí tan
clara, de que si no hablamos con nosotros mismos también acabaremos alejándonos
de nosotros mismos y podemos terminar por alienarnos, poco a poco, como quien
se va haciendo mayor, hasta llegar a desconocernos totalmente, incluso no
teniendo precio como excelentes trabajadores.
Con la edad me va cayendo mejor la cigarra del cuento, y mi admiración por la hormiga se va convirtiendo en algo más parecido a la lástima. La
reflexión fue inventada por un montón de cigarras griegas, y eso da que pensar...
Tuve un coach hace 4 años, algo así como un viejo sabío que me preguntó cuanto tiempo dedicaba a reflexionar...desde entonces antes de empezar en el tajo cada mañana "reflexiono" con papel y lápiz en mano y esbozo la brújula de un orden en el caos diario,,,me sirve de calentamiento cerebral para evitar roturas de fibras neunorales. Aún con o sin reflexión a lo largo del día acabo poniendome la careta fruto de alineación profesional...oppps perdón, de la alienación humana!
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