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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

jueves, 16 de enero de 2014

Mister Robot


Después de un mes de trabajo regentando el hostal en el que paran los backpackers que van a subir el Kilimanjaro, el Mont Meru, o cualquiera de las montañas que dibujan esa cordillera que parece una "dentadura rota de gigante" (tal y como la describió Javier Reverte), los turistas que van de safari -algunos para verlo a través de la pantalla de su cámara, olvidándose de que los animales están verdaderamente al otro lado- y los voluntarios que colaboran en este proyecto educativo en el que estoy inmerso, tenía muchas ganas de ver qué emociones había incubado mi ausencia en el corazón de los niños durante estos meses de alejamiento de la escuela. 

Al volver al colegio se repitió la escena de la carrera de niños detrás de la furgoneta, como escoltas sin pinganillo y con sonrisa compitiendo entre ellos para ver quién era el primero en darme un abrazo, y se repitió también que mis brazos y piernas se convirtieran en lianas de las que se colgaban varios de ellos, peleándose por una parte de mi cuerpo a la que poder engancharse, pero hubo algo que no se repitió porque era la primera vez que ocurría, y era que me di cuenta de que mi personaje me había devorado. 

"¡Mister Robot, mister Robot, mister Robot!"- decían todos. 

Durante mi primera etapa aquí se me ocurrió inventar un personaje para dar clase de inglés, y pensé que hacer de robot sería muy útil porque entre otras cosas entretenía y podía hacer alusión a todas las partes del cuerpo teniéndome a mí mismo como referencia. Mis movimientos enrigidecidos, grotescos en cierto modo, llamaban mucho la atención de los niños, pero lo que yo no sabía es que que aparte de constituir un interesante recurso mnemotécnico y de entretenimiento, resulta que me estaban bautizando. 

En la escuela me conocen por Mister Robot, y poco importa mi nombre verdadero porque en verdad aquí y ahora mi nombre es ese. Y muy difícil veo que deje de serlo, porque es uno de esos motes que se intuye son para siempre, y aunque ya nunca más vuelva a hacer el robot, cosa que por otra parte es imposible, nunca dejaré de serlo, aunque el porqué se sumergiera en el pozo del tiempo. 

Yo soy Mister Robot, y desde la artificialidad de mi nombre he vuelto para convertirme en naturaleza pura. Lanzo rayos de conocimiento, hago ruidos que suenan a sonrisa, y tengo energía infinita en mis pilas de ganas de aprender, que además se recargan enseñando. De pequeño quería ser superhéroe y tener superpoderes, y por fin lo he conseguido. 

6 comentarios:

  1. Hola Jose. Me alegra mucho tu vuelta con los niños, debe ser muy emocionante y gratificante. En ese mundo "verdaderamente robotico" que tenemos en Madrid, se han perdido todas esas pequeñas cosas. Disfrutalas. Un beso. Sigo pendiente de hacerte algunos dibujos de los niños.

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  2. Realmente genial lo que haces, me gustaría poder realizar en el futuro un viaje a un país con tanta pobreza para poder ayuda. No hay mucha gente que haga lo que tú, la mayoría solo piensa en el dinero para su propia riqueza y caprichos, pero tú ayudas a los niños tanzanos.

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  3. No te quepa ninguna duda, Ismael, de que esa pulsión que tienes de hacer algo parecido a lo que aquí se cuenta te hará más grande. Es una forma de riqueza diferente de la que acostumbramos a considerar, pero es riqueza de verdad. Apostaría que ese futuro del que hablas tiene guardada una experiencia grandiosa para ti.

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  4. Y eso que no te han visto bailando break-dance...buen mote, se ve que los niños te quieren.
    Un fu-er-te a-bra-zorrr...desde la voz más robótica posible

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  5. Jose Antonio - Moroto - Mister Robot, intuyo que te lloverán sobrenombres allá donde vayas.
    buf , hermoso ya en tus clases, Daría la oreja derecha ( es la más fea ) por verte alli, aunque fuera por un minúsculo agujerito !!
    besos , muchos !

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  6. Superhėroe y superpoderoso.
    predicando con tu ejemplo.
    Abrazos.

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