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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

sábado, 25 de octubre de 2014

Historia de la lanza que quería ser escudo


Cansada de desgarrar tejidos, de clavarse en los corazones, de vencer batallas y de bañarse en sangre, la lanza renegó de su éxito y - aun consciente de su arrollador poder- empezó a odiar la violencia y pensó que una actitud más noble sería sólo defender.

Entonces miró al escudo y como él quiso ser porque le parecía más digno proteger.
Se dobló, se plegó, serpenteó y hasta se partió, pero no lo pudo conseguir, pues para transformarse se tenía previamente que destruir. 
Se fundió, pues, y la fragua recreó un escudo con lo que antes lanza fue. 

Orondo ahora, se sentía honrado con defender, hasta que cansado de tanta guerra y tanto impacto sobre él empezó a pensar si no sería mejor ser otra vez lanza para acometer en lugar de escudo para padecer.

Y el brazo que lo blandía, sintiendo sus cuitas le consoló:
“No te culpes, escudo o lanza o lo que quiera que seas, por no saber lo que quieres ser. Yo, por ejemplo, soy humano, guerreo y muero por vencer y ni siquiera sé por qué la guerra es". 

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