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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

viernes, 13 de julio de 2018

¿No os pasa?


No sé si a vosotros os pasa, pero a mí hay veces en que no sé qué que llevo dentro se despierta y es como si un volcán de energía desconocida erupcionara salvajemente, y siento entonces cómo el fuego recorre todo mi ser, y noto cómo me quemo, y ardo, y me fundo en lo que tengo a mi alrededor. Y de repente pierdo el sentido de la ubicación y dejo de verme como algo contenido en mi cuerpo y diferenciado del resto de las cosas, y dejo de apreciar límites entre los objetos porque todos me parecen los unos apéndices de los otros, pero todos el mismo. Y cuando en ese estado cierro los ojos, no veo oscuridad, sino partículas multiformes y multicolores que se asocian y se disocian, y que se juntan y se funden y se multiplican y reaccionan entre sí de manera ordenada según unas leyes que de manera inexplicable entiendo, pero no con el cerebro, sino con otra cosa que no sé lo que es, descentralizada pero propia y de todos a la vez. Y resulta también que sin saber por qué me entran muchas ganas de llorar de alegría, como si hubiera descubierto que no hay nada que descubrir porque todo está en mí. Y cuando estoy así soy tan feliz -sin verdaderamente entender nada de lo que me pasa- que me veo por todas partes, me entran unas ganas enormes de amarlo todo, y en los perros veo hermanos, en las plantas mi sangre, en los pájaros mi deseo, y quiero besar serpientes y abrazar leones y nadar con tiburones, y el tiempo desaparece, y como siento tanta paz y nada me preocupa creo que algo dentro de mí se asusta -quizás mi ego, que no se encuentra- y a continuación, de repente, el volcán se apaga, empiezo a ver objetos diferentes, a discriminar sistemáticamente todo lo que hay a mi alrededor y a sentirme como algo separado de todo lo demás, y luego aparece alguien sin cara con cuerpo de reloj que me da mucha tristeza y me dice que ahí estamos, el mundo y yo, y que nos tenemos que pelear, a ver quién gana. Y ya de vuelta a la realidad de las fronteras paso a pensar en lo que estaba sintiendo antes, pero como ya no lo entiendo, ni lo recuerdo bien, ni puedo explicarlo con precisión me acabo convenciendo de que era irreal. El mundo de los objetos múltiples -éste- me dice que deje de pensar tonterías y de escribir cosas que van a hacer creer a los demás que me drogo, y que además van a preocupar a los que me quieren. Así que me olvido y me voy, pero cruzo los dedos y me miro de reojo deseando volver. ¿No os pasa?

- 20 de Agosto de 2015 - 
 

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