Conozco la apetencia, el subidón y la caída de la cocaína,
la conveniencia, la paz y el solaz de la meditación;
he jugado con la fantasía, el orgasmo, la carne y el abrazo extenuado,
y he sufrido y gritado con la vena del cuello el dolor de un
hueso tronchado;
he entrenado, terminado y llorado maratones,
y he dejado de lado escaladas de un paso por no tener crampones;
he sido poderoso como un águila y don nadie como una lombriz,
valiente como un león y cobarde como un ratón;
he marcado de chilena y he dejado de cambiar de canal por no
incorporarme a coger el mando; ¡qué pena!
he ardido como el centro de la Tierra y he quemado el todo
con mi estela de cometa;
he destrozado cristales a puñetazos y he acariciado hocicos
de perros recién nacidos con la misma mano;
he amado con sexo y con sexo he dicho que no amo;
he dejado, me han dejado, me he dejado…
me he desconocido y no he acabado de conocerme;
he desaparecido a la francesa de donde me convenía y aún
sigo en sitios a los que nunca debería haber ido;
tengo amigos que son calamar gigante y aliados gaviota,
tengo alas y branquias, y soy un arquetipo inigualable cualquiera de mi
subespecie;
salud abrazando al cáncer y unos centímetros de intestino de
menos;
he sido flagelo serpenteante, hormiga trabajadora, colibrí
enamorado, lobo con un cepo en la pata, león en el zoo, hiena hambrienta, koala
de carreras, y a veces humano;
soy un sí a todo, y aspiro a morir en paz, pero ponme otra loncha de vida guerrera antes de terminar.