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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

jueves, 11 de julio de 2013

Vuelvo con hielo



Tengo emociones enfrentadas cuando pienso que está cerca la fecha de mi regreso al mundo irreal. Saberlo es algo que me pone inevitablemente en alerta y me es imposible eludirlo, igual que me es imposible no escuchar cosas que no me gustan porque el oído es algo que no se puede cerrar. El futuro inmediato me habla, y aunque no quiera escuchar lo que me dice lo oigo, y de tanto oírlo al final voy a tener que escucharlo. 

Curiosamente vuelvo con una maleta que pesa menos que la que traje, así que el bagaje aquí granjeado va a ir de contrabando en los aeropuertos, pero me da la sensación de que lo que llevo voy a tener que facturarlo a la llegada, cuando compruebe que las piezas que he encontrado del puzle de mí mismo no encajan en el nuevo entorno, el de siempre hasta antes de venir aquí.

¿De qué me servirá, por ejemplo, poder expresarme en un idioma que nadie sabe? ¿Qué voy a comprar con una moneda emocional corriente aquí y desconocida allí? ¿Qué voy a hacer cuando vea que lo irrelevante aquí es importante allá, y viceversa? ¿A qué voy a jugar cuando los juegos de allí me aburran? 

Supongo que tendré que buscar las respuestas dentro de mi propia maleta, esa que por otra parte tantas ganas tengo de abrir cuando llegue. Dentro habrá cosas que no sirvan o no se entiendan, pero pienso que quizás algunas sean como cuando llegó el hielo a Macondo, y Aureliano al tocarlo por primera vez exclamó asustado: "está hirviendo". Quizás incluso se me deshagan con el tiempo como el propio hielo, pero creo que algo dentro de mí va a quedar humedecido de por vida por la experiencia de manera que, también como Aureliano, viva dentro de mí y lo pueda recordar frente al pelotón de mi fusilamiento. 

Hay sitios de los que uno nunca se va porque se van con uno, así que facturaré mi Tanzania entera al llegar, y lo haré sin eso que contamina el alma y se lleva la paz de cualquiera que lidia con ello. No lo llevaré a mi aldea, pero sí llevaré hielo duro como un diamante y ligero como una idea, y supongo que a algunos les parecerá que hierve la primera vez que lo toquen. 

PS: Eso que no llevaré, y que tampoco me traje, está aquí:






3 comentarios:

  1. kuwakaribisha rafiki, hapa Natumaini para que sigas contándonos esas vivencias triviales de aquel mundo y que aquí cuanto menos nos parecen acojonantes.

    Ahora empezarás o incluso continuarás pero de manera más acentuada a no entender las importancia que damos a las prisas, al horario, al trabajo, al dinero a lo material en general y a preguntarte el porqué de la falta de empatía, de la falta de alegría en muchos casos, de la falta de amabilidad, de educación y respeto que CADA DIA podemos observar a nuestro alrededor.

    salamu na kuona kwenu hivi karibuni.

    Jomardi

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  2. ¡Aúpa, Joselico!
    La toma de consciencia es el primer paso para el cambio, y éste comienza por uno mismo.
    ¡Viva el traductor de google y su uso emotivo por un rafiki!
    Un abrazo y hasta muy pronto,
    Moroto.

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  3. con esta entrada he llorado...
    quizás porque yo intento extraer el hielo de muchos lugares y procuro que no se evapore.
    O quizás porque he aprendido a correr cuando el calor de la masa me alcanza.
    Y sé, que eso,
    correr en dirección contraria,
    es lo más valioso.

    bienvenido.

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