Si el abuelo átomo
pudiera hablar diría cosas tan increíbles que nos quedaríamos sentados con la
boca abierta escuchándole durante tanto tiempo que el tiempo dejaría de
existir. Nos contaría que en su mundo, el de la física cuántica, es posible
estar en varios sitios a la vez, y ser y no ser a la vez. Nos diría que aquello
de “ser o no ser” no es la cuestión, sino que ni siquiera es una cuestión.
De hecho, en ese mundo, el cuántico, no hay cuestiones porque las
preguntas que se hacen tienen como respuesta sí y no y todo lo contrario.
En el planeta cuántico no se va de un sitio a otro, sino que
se está en un sito y en otro al mismo tiempo. En ese planeta las carreteras son
ya el lugar al que se quiere ir, y los lugares son carreteras que llevan a todas parte y a
ninguna.
Si el abuelo átomo pudiera hablar nos diría cosas que no entenderíamos,
y al lamentarnos por no entenderlas nos alegraríamos de no haberlas entendido, aunque sólo fuéramos capaces
de alegrarnos con lo que entendemos.
El abuelo átomo nos diría que sólo nos contaría historias de
su mundo si le escuchamos, y cuando le escucháramos para que nos las contara
nos diría en silencio que el cuento consiste en que lo que nos tiene que
contar no podemos escucharlo.
Si el abuelo cuántico pudiera hablar nos diría que no existimos aquí
ni allá, ni antes ni ahora, sino en todas partes, en todo momento, nunca y en
ningún sitio.
Podemos no hacer caso del abuelo átomo, que seguramente
tiene Alzheimer cuántico, pero lo cierto es que su historia merece la pena ser
escuchada para no ser entendida.
La física cuántica es una reyerta amistosa en la que la propia física, las matemáticas, la química y la filosofía se insultan con un abrazo.
- Escrito el 29 de marzo de 2014 -
Cuántica razón tienes..., todas estas ciencias proporcionan una belleza fria y austera, sin la magnificiencia engañosa de la pintura o la música.
ResponderEliminarUn amusical y a-artistico