¿Crees que tú, ridículo azucarillo, vas a cambiar la salinidad
del mar? ¡Desengáñate!, la calidad ha sido apuñalada y muere desangrada bajo
las botas sucias de una asesina con millones de cabezas que sin embargo no tiene ni un solo cerebro: la cantidad.
Disfrazada de apacible consenso se ha acostumbrado a pasear
entre nosotros, a besarnos con su fétido aliento y a pisar el cuello de todo lo
que no venga de la mano de muchas manos. Ha desdefinido el concepto de
brillantez encarcelándolo en una repugnante celda de falsas luces en la que el brillo se pudre
por falta de oscuridad, la oscuridad del pensamiento libre, ese al que sólo se
llega solo.
¡Y desengáñate otra vez, azucarillo inútil! Corren eternos malos tiempos para el
pensamiento libre; no se acomoda en un trono sino que yace tirado en una humillante letrina a la
que van a parar todos los excrementos de los que sienten en común, de los que
consienten, del asesino a sueldo de voluntades que es el trajeado consenso. La
libertad sigue coloreando banderas pero es temida, condenada, y escupida.
¿Quieres escuchar lo que todos creen? ¡Vete de aquí, me
hastías, no hablo para ti!
¿O quizás buscas un mensaje nuevo y te atreves a libreser?
¡Vete de aquí también, deshazte de tu cobardía y estrangula a tu soledad! Cuando se
esté muriendo mírala a la cara, y cuando sientas que te suplica, aprieta un poco más. Eso que experimentarás asesinándote es lo que buscas, es un destello de tu pura verdad. ¡Bienvenido a ti!
La cantidad como argumento de verdad y calidad es nefanda y emética. No contéis conmigo como víctima ni verdugo en vuestra matanza genocida de individualidades alicortas.
La cantidad como argumento de verdad y calidad es nefanda y emética. No contéis conmigo como víctima ni verdugo en vuestra matanza genocida de individualidades alicortas.
Me permito a continuación la licencia de hacer un comentario sobre un texto propio, y lo hago porque soy consciente del cambio de estilo que esta entrada supone con respecto a todas las anteriores.
ResponderEliminarExisten lugares a los que no todo el mundo puede llegar, pero no creo que eso sea razón para que el que pueda deje de intentarlos conquistar, y hay también conceptos para los que no vale el lenguaje convencional, y mucho menos el cordial. Me ha parecido oportuno hoy ser un poco violento y elaborado para poder acariciar ideas a las que -al menos a mí- de otra manera las letras no me permiten alcanzar.
Tu escrito rezuma odio a China, donde la calidad no importa
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