Mi foto
No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Reunión no imposible


Ayer, paseando por mi ciudad con aire de turista, fijándome en los detalles urbanos que había visto antes miles de veces pero en alguno de los cuales no había reparado, esperando a que los semáforos se pusieran en verde para cruzar aunque estuviera solo y no pasaran coches -como queriendo encontrar la sintonía fina de la urbe, como considerando todo mi entorno un “recién pintado, no tocar”-, sintiendo que caminaba dulcemente sobre mi propio pasado de niño y adolescente, con el alma vestido de clara serenidad y respirando el aire puro que desprende mi ego cuando mis ideas se echan la siesta, me ocurrió algo inesperado y sorprendente:

Al doblar una esquina tropecé con un hombre que apareció de repente y a ambos se nos cayeron las gafas al suelo por el encontronazo. Sin siquiera antes mirarnos, las recogimos y nos pedimos disculpas por el golpe, y resulta que lo hicimos todo a una, es decir, que quisimos ocupar el mismo lugar en el espacio en el mismo instante (por eso nos chocamos), nos agachamos casi como siguiendo una coreografía (a la vez) y nos disculpamos con las mismas palabras pronunciadas simultáneamente. Cuando nos miramos descubrí que, aparte de sus gafas, que eran exactamente iguales a las mías, la cara de ese hombre me resultaba también más que familiar: parecía yo. 

-  ¿Quién eres? –Le pregunté-.
-  Soy el sentido de tu vida –Me respondió-.

Creí que estaba soñando y me reí, pero se me atragantó la risa porque su cara, peinado, ropa, barba, y hasta mueca, idénticos a los míos, me hipnotizaron ante la aparente absurdidad que estaba viviendo. Demasiado elaborado y casual como para ser una broma –pensé- así que aceptando el surrealismo de la circunstancia, decidí seguirle la corriente y acomodarme al inexplicable contrapunto que estaba viviendo. En sólo unos segundos, los que tardó en apagarse y volver a encenderse mi risa tonta, concluí que si estaba en un sueño no parecía una pesadilla, y si era real resultaba morbosamente interesante. En cualquier caso vislumbré una gran oportunidad para hacerle unas cuantas preguntas a aquel singular personaje que parecía encarnar mi propia pluralidad. 

- ¿Y cómo así por aquí? –Pregunté con aire de asumir la circunstancia con naturalidad-.
-  ¿Y dónde quieres que esté siendo quien te he dicho que soy? –Me dijo con más naturalidad aún, quizás la que yo quería tener y sólo lograba fingir-.

¡Esto es increíble! –exclamé para mí mismo-. Sí, lo es -me dijo él- respondiendo a mi conmoción. Yo también estoy sorprendido de verte. Los sentidos de la vida no solemos encontrarnos con los vivientes por los que existimos. Algunas vidas incluso llegan a su final sin haber conocido su sentido, así que es una gran casualidad que podamos mirarnos, identificarnos y comunicarnos.

-  Bueno, vamos a sentarnos a tomar algo y hablamos, ¿no? – Le dije-.
-  Me parece muy bien –respondió-.

Así que nos fuimos caminando a una terraza, nos sentamos, partimos el sol y nos pusimos a charlar tranquilamente. La conversación que tuvimos fue tan extraordinaria como los circunstantes que la protagonizaron, pero no la voy a contar porque con quien me encontré fue con el sentido de mi vida, no con el de la tuya.

¿De qué habrías hablado tú si te hubiera pasado a ti?

2 comentarios:

  1. Cómo disfruto leyendo tus escritos! Espero que continúes compartiendo tus ideas, ideales y demás locuras en este tu maravilloso blog y más deseo verte con prontitud, en no más de cinco días, espero. Con cariño, tu sobrino mayor.

    ResponderEliminar
  2. Me alegra saber que congenieras con tu sentido de la vida. Suerte la tuya. Yo siempre recuerdo con pena al pobre Hidalgo Don Quijote que tantas batllas tuve que vencer contra el mismo.
    Mi primer cafe a diario, lo siento vitalmente, hablando hacia dentro y respondiendo en silencio.

    ResponderEliminar