… entonces el hombre libre, cansado de la incomprensión, temblando de los pies a la
cabeza como azogado, con presurosa y turbada lengua, dijo:
“Ser uno mismo consiste más en deslizarse que en construirse, es como construirse dejándose deslizar, y la libertad, es decir, el óptimo deslizamiento por las circunstancias de la propia
vida, sólo es posible puliendo la superficie y por supuesto despejándola de
obstáculos. He aquí la tarea de la búsqueda de la libertad: la eliminación de
los obstáculos que hay en el camino que va desde ti hasta ti mismo. Estos obstáculos son variados, difíciles de identificar y aún más de apartar. Deshacerse de ellos se parece más a
una amputación que a una ignoración.
La educación recibida es el obstáculo número uno porque a largo plazo es un grillete travestido de ayuda; la familia es el obstáculo número dos, porque es amor puro, y por tanto carece de capacidad de sentir y razonar con objetividad; el miedo es el número tres, y el cuatro, y el cinco… y así hasta infinito si se quiere, ya que son también infinitos sus disfraces. Normalmente se hace pasar por precaución, un carné falso con el que se inyecta en nuestras venas para envenenar nuestra sangre y, desde ella, nuestro cerebro, nuestras ideas, y consecuentemente nuestra mente. No es lo mismo cerebro que mente, de la misma manera que no es lo mismo la rosa que su olor, pero no hay uno sin la otra, ni aquella sin aquel. El miedo es una savia adulterada capaz de hacer que una flor huela a estiércol.
La educación recibida es el obstáculo número uno porque a largo plazo es un grillete travestido de ayuda; la familia es el obstáculo número dos, porque es amor puro, y por tanto carece de capacidad de sentir y razonar con objetividad; el miedo es el número tres, y el cuatro, y el cinco… y así hasta infinito si se quiere, ya que son también infinitos sus disfraces. Normalmente se hace pasar por precaución, un carné falso con el que se inyecta en nuestras venas para envenenar nuestra sangre y, desde ella, nuestro cerebro, nuestras ideas, y consecuentemente nuestra mente. No es lo mismo cerebro que mente, de la misma manera que no es lo mismo la rosa que su olor, pero no hay uno sin la otra, ni aquella sin aquel. El miedo es una savia adulterada capaz de hacer que una flor huela a estiércol.
La religión es otro ladrón que se cuela en casa durante el amanecer de nuestra consciencia y saquea
nuestra capacidad de hacernos preguntas sin respuesta. Una ablación para el
pensamiento que nos impide disfrutar de los interrogantes de cuadratura circular. Hay preguntas con las que se puede hacer el amor ininterrumpidamente
durante toda una vida ya que puede llevar una vida entera responderlas, pero la
religión arruina esta mirífica aventura de búsqueda dándonos -con amenazas incluidas- una solución plastificada de palabras burdas para ovinos. ¡Qué hijos de puta! ¡Aguafiestas! ¡Petrificadores de verdades! Os lo advierto, yo soy león, así que no intentéis desdentarme ni os acerquéis a mí con
mensajes para ovejas porque os destrozaré de un zarpazo.
El hombre más poderoso del mundo es el hombre libre, y éste
es el hombre sin miedo. Le distinguiréis porque apostata de su educación, no se le desconoce familia, es valiente hasta la temeridad porque vive como si ya estuviera
muerto y tiene a Dios como aliado, no como auditor. ¿Habéis conocido alguno? Os
estremeceréis cuando así sea. Os despeñaréis por su mirada como quien pisa una
trampa y os asombraréis de no llegar nunca al suelo. Es lógico: al otro lado de
los ojos de un hombre libre sólo puede haber una caída libre. Olvidaos de
agarraderas y disfrutad de la incurable adicción al vuelo."
Escrito el 31 de diciembre de 2014.
Escrito el 31 de diciembre de 2014.
Ablación del pensamiento. Magnifico!
ResponderEliminarAmen-se unos con otros y dejénse llevar...