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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

sábado, 24 de enero de 2015

¿Ciencias o letras?

1 + 1 = Dos

Me hace gracia la interpretación que solemos hacer de esta disyuntiva. Con toda naturalidad consideramos que lo normal es optar por una de las dos disciplinas y a continuación tener derecho a no saber nada en absoluto de la descartada, y con licencia además para decirlo sin ningún tipo de vergüenza, como quien tiene bula para la ignorancia: “Yo es que soy de letras”, es la contraseña del desconocimiento que suele aparecer en el carné de los ignorantes que están orgullosos de serlo. ¡Con qué facilidad concluimos que no hay nada importante allí donde no hemos estado!

Ya me dirás -zoquetillo indocumentado- lo que vas a escribir con tus letras si no sabes nada ni tienes ningún interés por los misterios de las matemáticas, la física, la genética, la química… como si el saber se pudiera cortar en trozos cognitivamente estancos como quien corta una pizza.

Una cosa es la especialización y otra el sistemático descarte de todo lo que no entre en un mapa configurado caprichosamente en función de nuestras carencias, dándole al conocimiento una especie de nacionalidad. En un acto de xenofobia neuronal tomamos a los números por invasores en el país de las letras y a las letras por indeseados colonos en el de los números. ¿Qué tipo de estúpida frontera es esa?

Habitualmente se cultivan las ciencias sin ningún interés por las letras, y viceversa, y no dejamos que corra el aire de un cultivo al otro. El hábito tiene tan poco sentido como lo tendría que a la pregunta de playa o montaña eligiéramos montaña y entonces nos tuviéramos que quedar toda nuestra vida sin ver el mar, o si por elegir playa no pudiéramos nunca dar una bocanada de aire fresco y vivir la maravillosa despresurización del alma que sólo en las alturas uno puede alcanzar. ¿Piernas o brazos? ¿Sordomudo o ciego? 

Si tienes hambre y te gusta la gastronomía no te vale con una de ciencias o bien una de letras. Lo que quieres es una de Cervantes en salsa de Newton a las finas hierbas de Watson-Crick regado con un buen caldo de Einstein, y de postre pastel de Hawkings con dulce de Machado. En la sobremesa me fumo un puro de Heisemberg-Nietzsche con un buen licor de espiritualidad, y me quedo tan a gusto. Yo es que soy de "y", no de "o", me gusta más copular que decapitar y todavía no he aprendido a dividir el viento. Y a ver si es que ahora a no querer ser un tullido lo vamos a considerar presunción. 

1 comentario:

  1. En la caza hay " estratagemas, astucias, insidias, para vencer a su salvo al enemigo; padécense en ella fríos grandísimos y calores intolerables; menoscábase el ocio y el sueño, corrobóranse las fuerzas, agilítanse los miembros del que la usa, y, en resolución, es ejercicio que se puede hacer sin perjuicio de nadie y con gusto de muchos" El Quijote (Capítulo XXXIII)
    Yo soy de ciencias, pero me recreo con esta definición tan sublime de mi pasión más atávica. Ferno "el grande"

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