1 + 1 = Dos
Me hace gracia la interpretación que solemos hacer de esta
disyuntiva. Con toda naturalidad consideramos que lo normal es optar por una de
las dos disciplinas y a continuación tener derecho a no saber nada en absoluto
de la descartada, y con licencia además para decirlo sin ningún tipo de vergüenza,
como quien tiene bula para la ignorancia: “Yo es que soy de letras”, es la
contraseña del desconocimiento que suele aparecer en el carné de los ignorantes
que están orgullosos de serlo. ¡Con qué facilidad concluimos que no hay nada importante allí donde no hemos estado!
Ya me dirás -zoquetillo indocumentado- lo que vas a escribir
con tus letras si no sabes nada ni tienes ningún interés por los misterios de
las matemáticas, la física, la genética, la química… como si el saber se
pudiera cortar en trozos cognitivamente estancos como quien corta una pizza.
Una cosa es la especialización y otra el sistemático
descarte de todo lo que no entre en un mapa configurado caprichosamente en
función de nuestras carencias, dándole al conocimiento una especie de nacionalidad. En un acto de xenofobia neuronal tomamos a los números por invasores en el país
de las letras y a las letras por indeseados colonos en el de los números. ¿Qué
tipo de estúpida frontera es esa?
Habitualmente se cultivan las ciencias sin ningún interés
por las letras, y viceversa, y no dejamos que corra el aire de un cultivo al
otro. El hábito tiene tan poco sentido como lo tendría que a la pregunta de
playa o montaña eligiéramos montaña y entonces nos tuviéramos que
quedar toda nuestra vida sin ver el mar, o si por elegir playa no pudiéramos
nunca dar una bocanada de aire fresco y vivir la maravillosa despresurización del alma que
sólo en las alturas uno puede alcanzar. ¿Piernas o brazos? ¿Sordomudo o ciego?
Si tienes hambre y te gusta la gastronomía no te vale con
una de ciencias o bien una de letras. Lo que quieres es una de Cervantes en
salsa de Newton a las finas hierbas de Watson-Crick regado con un buen caldo de
Einstein, y de postre pastel de Hawkings con dulce de Machado. En la sobremesa me
fumo un puro de Heisemberg-Nietzsche con un buen licor de espiritualidad, y me
quedo tan a gusto. Yo es que soy de "y", no de "o", me gusta más copular que decapitar y todavía no he aprendido a dividir el viento. Y a ver si es que ahora a no querer ser un tullido lo vamos a considerar
presunción.
En la caza hay " estratagemas, astucias, insidias, para vencer a su salvo al enemigo; padécense en ella fríos grandísimos y calores intolerables; menoscábase el ocio y el sueño, corrobóranse las fuerzas, agilítanse los miembros del que la usa, y, en resolución, es ejercicio que se puede hacer sin perjuicio de nadie y con gusto de muchos" El Quijote (Capítulo XXXIII)
ResponderEliminarYo soy de ciencias, pero me recreo con esta definición tan sublime de mi pasión más atávica. Ferno "el grande"