Pegarle
un tiro a un caballo puede ser un acto de violencia o de compasión (si es que
el caballo está sufriendo). En cualquier caso, es pegarle un tiro a un caballo.
La esencia del acto no está en el acto en sí, sino en su motivación.
Lo que una persona haga o deje de hacer
tiene su esencia no en lo que haga o deje de hacer, sino en lo que le lleva a
hacerlo o a dejar de hacerlo.
Si son tus ganas de transcender y de ser
visto como un prócer ante el mundo lo que te mueve, entonces lo que hagas (sea
lo que sea) estará impregnado de egoismo, y tu acción, aunque pueda parecer
heróica y altruista, será esencialmente egoista. Sin embargo, si lo que haces
lo haces desde la entrega, la valentía y el servicio, entonces tu acción
quedará igualmente impregnada de esos valores. No es qué se hace, sino por qué,
inspirado en qué o movido por qué lo que importa en el acto.
Teresa de Calcuta decía: "I prefer
you to make mistakes in kindness rather than work miracles in unkindness".
"¡Bien hecho!", por tanto, pasa
a ser una expresión muy superficial. "¡Bien pensado!", es mucho más
potente, esencial y fiable, entre otras cosas porque no hay pensamientos
neutros y no hay ningún pensamiento que no se manifieste en forma de una manera
o de otra.
Pensar algo feo es como tirarse un pedo, no se ve pero se acaba oliendo. Y hablar mal de alguien es vomitar hacia dentro.
Vaya frase final....
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