Siempre me ha gustado echarme la siesta. Después de comer me apetece tumbarme y quedarme traspuesto, y, si bien puedo echármela en cualquier sitio y no necesito demasiado acomodo físico para que me sea placentera, me gusta, eso sí, que sea un período en el que las preocupaciones y las ocupaciones se me vayan de la cabeza. Prefiero no pensar en nada. La sensación de ir perdiendo la consciencia y notar cómo me voy apagando me parece como planear. Me gusta esa anestesia autoinducida.
Las que me echo últimamente son especiales: de cama, el suelo; de duración, un ratico; de postura, estilo libre; y de compañía, el jardín de infancia del colegio.
Decidimos que a los más pequeñitos les vendría bien descansar después de la comida, así que, dada mi experiencia y gusto por este tipo de gestiones -soy un gran sesteador- me ofrecí para supervisarles durante la media hora que duermen.
Como me gusta involucrarme activamente en lo que hago, y más si se trata de descansar, yo me duermo también, así que me tiro en el suelo y ellos me rodean, también con postura estilo libre, hasta que formamos una especie de mosaico con una gran pieza blanca central y una veintena de piececillas negras alrededor. Parecemos una flor negra durmiente abierta.
Cuando sueño, sueño con sus sueños, y cuando me despierto y me reubico mentalmente me doy cuenta de que estoy aquí para intentar que todos sean realizables. Yo no lo necesito porque ya vivo en uno.
jaja, ya te vale " me ofrecí " a supervisarles , se te ve sufrir en esta foto, jaja
ResponderEliminarY sí , perecéis una hermosa flor imperfecta ( el pistilo-moroto, está completamente reguardado por sus pétalos color café)
Me he perdido algunas de tus entradas , me pongo al día en breve
Besos , muchos !
ADORABLE, RABIOSAMENTE ENVIDIABLE
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