Soy un árbol que en vez de raíces tiene pájaros que vuelan tierra
adentro, unos pies-patria que reivindican su dependencia allá donde me llevan, y
unas alas con pico-lápiz que hacen nidos de pensamientos para criar ideas nuevas que
enraícen mis planeos subterráneos.
Soy un viajero con un objetivo imposible y me muevo buscando
alguien que crea que puedo conseguirlo, un proyecto de artistita apóstata de su
ego que pretende hacer de su vida una obra de arte con remiendos, y un torno
que tuerce seda tejiendo calcetines de lombriz y formando madejas de recuerdos.
Soy un sostenerme en una caída libre, un imposible tangible,
viento en una cueva, un consenso de cincuenta billones de células sin
abstenciones ni votos en contra, y un Hombre de Vitruvio desmedido con el
ombligo en un extremo.
Soy una flor metálica que espera ser polinizada por el
insecto-aire para entender lo que es el aroma, un tejo que muere eternamente
porque no deja de resucitar, y un error de Matrix por reprogramar.
Soy masajista de neuronas y una ilógica aplastante. Se me
mide exactamente con estimaciones y se me entiende con precisión compartiendo
mis preguntas; si me respondes, me matas.