Descripción de un carácter, porque una personalidad es
imposible de describir. La personalidad se mueve, y no se puede retratar un
movimiento que además aún no ha terminado de ejecutarse. Sería como fotografiar un
salto. De la misma manera que un cometa es cometa no por lo que es, sino porque
se mueve, la persona es persona porque se despliega a lo largo de su
personalidad, ese algo constante imposible de constatar que cambia de forma
como las nubes de lugar.
El carácter, empero, elenco de grandezas y miserias, sí
se puede describir. Puede ser inexacto, incompleto, injusto y parcial, pero es
real, como lo es un cubo bidimensional.
Ella era toda epíteto, carácter en cada tesela, un mosaico
de la globalidad, un conato de eternidad. No se trataba del tamaño de su saber, sino de su actitud ante el desconocer; eso le hacía inabarcable e irresistible. Lo
sabido le aburría, era aire quieto, mar de aceite, mirada fija. Lo desconocido, sin embargo, destruía el techo de sus cielos y agitaba sus piélagos, movía corrientes frías y creaba nereidas preguntonas en su mente. Querer saber provocaba en ella estímulos de vida, erupciones de
preguntas y huracanes de curiosidad. Pero sorprendentemente, las soluciones eran lo que más le apagaba, porque calmaban de manera transitoria su sed de conocimiento, y cuando se es pura sed, beber es desaparecer, igual que cuando se es pura herida, sanar es morir.
Esa mujer era una paradoja aclaratoria, asombrosa cuando
desconocía, reina amazona en las preguntas y bebé durmiente en las respuestas. Presumía
de no saber, y era adicta a la virginidad. La conocí cayéndome por el tobogán de una pregunta
y me enamoré de la fuerza de sus dudas. Comimos juntos millones de respuestas con el
sosiego de un tiburón ballena, pero era el hambre y no su satisfacción lo que
nos unía. A decir verdad, las respuestas ofendían.
Supe que se iría y dejaría una estela de interrogantes que unirían como un lazo de recuerdos mi corazón y su cerebro, pero el mío -otro enjambre de indeterminaciones- me aclaró que si
los respondía, la perdería. Me enamoré de una duda insatisfecha, aunque dudo de si ella, todo esto, lo sabía...
No hay comentarios:
Publicar un comentario