Las sombras y los charcos no son
referencias fiables para saber dónde uno está, porque aparecen y
desaparecen. Por la misma razón, los pensamientos que uno tiene y
las circunstancias en que uno se encuentra son igualmente poco
fiables para saber quién uno es. Las circunstancias cambian
vertiginosamente y los pensamientos se generan y desaparecen al ritmo
compulsivo al que trabaja la mente. Todo, pues, está en continuo y
frenético cambio. Para distinguirse entre toda esta vorágine, para
saber dónde está el verdadero yo, hay que buscar el palo de la
bandera, el eje de la ruleta, el sol detrás de las nubes.
Eso se
consigue convirtiéndose en el observador de uno mismo, saliéndose del cuadro del que se forma parte para
poder verse desde fuera. Detrás del ego está el verdadero yo,
fuente de vida y de infinita sabiduría que participa del Uno
inmarcesible e indivisible al lado del cual el pensamiento más
brillante de la mente más poderosa es como un granito de arena en
una interminable playa bañada por la totalidad.
Esto no hay que entenderlo
intelectualmente, y las palabras no hacen sino adulterarlo y
simplificarlo. Esto sólo hay que experimentarlo, y para conseguirlo
hay que dejarse ser. Se pude hablar de Dios, pero parecería que uno
está dando misa; se puede hablar de fuerza, pero parecería que uno
quiere completar el guión de La Guerra de las Galaxias; se puede
hablar de energía, pero se correría el riesgo de desviar la
atención a alguna de las acepciones más comunes de una palabra muy
utilizada que además representa todo lo que existe, porque no hay
nada que no sea energía; o bien se puede hablar simplemente del ser
humano desnudo de juicios racionales, esa única y exquisita
expresión de la Naturaleza, mordisco de perfección que habita en un
mundo libre de antónimos donde su única misión y razón de ser es
ser, y que es perfecto en la medida en la que es exactamente como es.
Antes de los logros están los hábitos,
y antes de los hábitos los hechos; antes de éstos suelen estar las
palabras, y antes de éstas los pensamientos. Y aunque pensemos que
ahí se acaba el cuento -y lo pensamos precisamente porque pensamos-,
antes de la actividad mental está la potencialidad pura, la que da
lugar a todo lo que existe, la esfera transparente carente de todo
color y capaz precisamente por ello de reflejar cualquier color. Resulta desconcertante para la mente, y por tanto paradójico para las palabras,
la experiencia esencialmente vital de que uno es una expresión de
algo que al mismo tiempo es la nada creadora y el todo potencial.
El yo verdadero es demasiado grande como para meterse en una bolsa de neuronas con la que la mente sale de paseo emperifollada de pensamientos por este mundo de
formas. Las ideas son al hombre lo que la ropa al cuerpo, lo que las
olas al océano, lo que las nubes al cielo, o lo que los rayos al
sol. La verdadera identidad no tiene límites ni definición, como no tiene el río un punto exacto en el que desemboca ni un momento concreto en el que vuelve a nacer. Simplemente pasa, simplemente es.
Como me gustaria poder charlar contigo, de todas estas cosucas y esperimentucus con la psique, aunque sea un pocu na más.
ResponderEliminarQue bien me siento leiendote y que gran arte expresarse tan nitidamente.
Abrazos y hasta pronto primo.
¡¡¡¡Mr.Robot!!!!!
ResponderEliminar¡¡¡No sabes bien que ilusión me hace leer de vez en cuando tus reflexiones!!!!
No se si te acordarás de mí. Soy Ima Mbili, también conocido en Moshi como "Dj. Depression"
Veo que sigues dándole vueltas a la cabeza y disfrutando experiencias nuevas cada día. Me alegro un montón Moroto.
Oye, pues eso, espero que te vaya muy muy bien.
¡¡¡¡¡Un fuerte abrazo!!!!!
Agur!!!!