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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

jueves, 9 de mayo de 2013

Generativa y contentiva




 Tenemos, por el simple hecho de estar vivos, una capacidad generativa; podemos hacer cosas imitando las que ya hay o creando otras nuevas. Mentalmente podemos hacer lo que nos dé la gana. Lo imposible deja potencialmente de serlo. Todo cabe en un circuito de cien mil millones de neuronas.

 Nuestra mente cogita para solucionar los problemas que nos atribulan, y para ello elabora ideas que persiguen ese fin. Utiliza su potencia -su capacidad generativa- para crear herramientas racionales que eliminen el problema. Sin embargo, estas herramientas, que son ideas nuevas, a veces no sólo no son útiles para el arreglo, sino que además suponen en sí mismas preocupaciones también nuevas. Esto resulta obvio, sobre todo cuando el problema es de naturaleza emotiva; las nuevas ideas heredan el mismo germen de lo que pretenden solucionar, y nacen por tanto con la enfermedad.

 La potencia es capacidad generativa, pero también puede ser contentiva, represora, de sujeción. Por defecto parece que solucionar requiere embestir, pero también se puede hablar de contención muy poderosa. Bajo el disfraz del "no hacer nada" puede esconderse la solución. Cuando no hacemos nada pasan infinitas cosas diferentes de cuando hacemos algo; entre ellas pueden estar precisamente las que queremos que pasen. 

 En realidad generar y contener en la misma medida necesitan también de la misma energía, pero evidentemente su vector es opuesto. Esto es una reorientación, no un ahorro, ya que no hacer nada cuesta. 

 Cuando estamos cansados de embestir, o sencillamente cuando vemos que no da resultado, sentarse en la orilla en silencio y observar esperando a que la tierra se vuelva a sedimentar es la mejor forma, la única, de que el agua vuelva a ser cristalina. 

 Este vídeo de Buda y Ananda de apenas dos minutos lo explica muy elocuentemente:


 La espera también se puede trabajar en grupo. No hay más que imaginarse a dos o más personas sentadas en la orilla. 

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