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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

jueves, 29 de agosto de 2013

Aquí yace un deudor


Soy un deudor nato. Le debo la vida a mis padres, el conocimiento a mis antepasados, y el aire que respiro a la Tierra que habito; el amor a quien me ha amado, y las ganas de vivir a todo lo que no conozco. Mi sosegado orgullo a lo que los demás valoran en mí, y mi paz a los momentos en que la guerra descansa.

También le debo al banco una hipoteca de cifras pornográficas cuyo inmueble no disfruto y cuyo importe previsiblemente nunca llegaré a pagar. Le debo explicaciones a mucha gente y a mí mismo, y tengo que devolver un montón de detalles que se han tenido conmigo, de alguno de los cuales no soy ni siquiera consciente.

Debo una disculpa a los que gratuitamente he ofendido, y también me debo a mí mismo, porque en cada hombre están todos los hombres.

Debo tantas cosas que nací y moriré deudor, y aunque la oración con la que desde pequeño empequeñecieron mi espiritualidad reza que perdonarán mis deudas, mi epitafio rezará "aquí yace un deudor".

Y debo una tonelada de amistad, porque el escuálido cuarto de la lavadora en el que me han dejado habitar y la compañía que tengo han ensanchado mi vida cuando ésta parecía que sólo se podía estrechar.

Al único al que no voy a deber nada es a mi recuerdo, porque hay cosas de las que uno no se puede olvidar. La amistad es la élite de los sentimientos, y yo vivo en esa isla. 

PS: Dedicado a mi amigo Alberto Cueto, cuya hospitalidad arrinconaría a la del propio Anfitrión, rey de Tebas, célebre a lo largo de los siglos por la suya, y premiado con una antonomasia que para mí ahora es flaca comparada con la que mi agradecimiento concibe: Amigo es Alberto.


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