Hoy he terminado de leer El sueño de África, de Javier
Reverte. Lo he superpuesto al Quijote, libro que siempre estoy leyendo porque
para mí es como ir al gimnasio, donde se supone que uno va asiduamente para
mantenerse en forma. El Quijote mantiene en forma mi capacidad de expresarme, y
la mejora a cada nueva pasada, y estimula también mi pensamiento -lo exprese o
no- para que éste no se enrigidezca y tenga siempre la elasticidad necesaria
para poder considerar una locura como algo maravilloso.
El sueño de África me ha entusiasmado en muchos de sus
pasajes, porque aparte de emplear una prosa dinámica y rica, menta muchos lugares en los que he estado y describe muchas emociones que yo mismo he vivido en primera persona.
Curiosamente ha coincidido el final de su lectura con el de
mi viaje, que ahora mismo también me parece un sueño africano, y los últimos
párrafos que en el libro aparecen reflejan perfectamente consideraciones que haría mías, pero que yo no sería capaz de expresar de manera ni medio parecida -por muchas veces que lea el Quijote y por muy en forma que esté mi supuesta elocuencia- así que ahí van, literalmente, porque me gustan, porque aleccionan, porque son
bellas y porque con su lectura me he emocionado y llenado de energía:
“Un viaje que logra cambiarte es un buen viaje. El planeta
ya no guarda rincones vírgenes y no hay ningún territorio desconocido para el
hombre. Ya no se puede viajar para explorar. Se viaja ahora, en todo caso, para
perseguir una idea que alentaste, o para sentirte a ti mismo pisando el lugar
que has soñado ver.
Pero el viaje puede seguir siendo una aventura porque
aventura es el recorrido de los sueños. Y el sueño es la naturaleza que
conforma el corazón del hombre. Su destino es cumplirlos.
Creo que hay que viajar siempre, ponernos a prueba ante lo
inesperado, ver y sentir sobre lo que hemos leído, sobre lo que nos han
contado, sobre todo lo que hemos imaginado. Y luego escribirlo, para que otros
sueñen, para mantener viva la ficción del existir y el anhelo de eternidad.
Creo que el ojo del hombre debe ver las cosas por sí mismo,
respirar con sus propias narices los aromas de las plantas, de los animales y
de los otros hombres; tocar con sus manos las manos de hombres de otras razas,
pisar con sus propios pies las tierras más lejanas. El alma del hombre tiene
que recuperar la pasión de la aventura y no esperar a que se la sirvan en una
pantalla. La gran aventura es siempre el viaje.
Deberíamos viajar sin tregua y alentar en nuestro pecho un corazón de mzungu".
Deberíamos viajar sin tregua y alentar en nuestro pecho un corazón de mzungu".
¡Cuán de acuerdo estoy contigo, Javier Reverte! ¡Gracias, mzungu!
Magnífica entrada...
ResponderEliminarde nuevo en este mundo, he venido a buscarte, saber de tu vuelta.
Y le robo a reverte también, este párrafo:
Creo que hay que viajar siempre, ponernos a prueba ante lo inesperado, ver y sentir sobre lo que hemos leído, sobre lo que nos han contado, sobre todo lo que hemos imaginado.
besos miles