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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

viernes, 18 de septiembre de 2015

La escritura de los pájaros



Y un buen día, cuando mi mente dormía, empecé a ver cómo aquellas bandadas de pájaros se me acercaban flotando como ligeras plumas, columpiándose delicadamente en el aire, acariciando el espacio que nos separaba hasta consumirlo y posarse en la rama más cercana. Pude apreciar entonces, con la claridad de lo inevitable, la simpática fisionomía del colibrí y su compulsivo aleteo, así como el delicado y amoroso trato que dispensaba a sus flores; la majestuosa pose del águila, su pico de pulchinela y su taimada mirada; la orgullosa disposición del pavo real, con sus seductores mensajes de belleza encriptados en su fascinante cola; la injusta mala fama del grandioso buitre y la hermosura que mora tras su formal fealdad; la longevidad del cóndor; la poderosa zancada de la timorata avestruz y hasta la ingenuidad de la gallina aselada. Todas se posaron y posaron para mí, y entre todas -volaran o no- me permitieron leer, sobre la tierra firme de mis peatonales entendederas, cuál era el texto que había escrito en las nubes y que hasta entonces sólo veía como manchas lejanas de vuelos ajenos. Se me asentaron dentro todos los pájaros del mundo exterior, y así, los que hasta entonces tenía en la cabeza emigraron resignados a un planeta sin cielo en el que ahora sólo aletean recuerdos vagos de una inmadurez que cada vez me va siendo más ajena a medida que se acerca mi vejez. La verdad, ahora lo sé, está escrita en las bandadas de pájaros que vuelan lejos dibujando un pez. Fíjate, ¿es que no lo ves?

- Mcleod Ganj (Himachal Pradesh) - India.

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