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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

domingo, 8 de mayo de 2016

El día que se entiendan...


La razón es muy suya, engreída en cierto modo. Va con ínfulas de superioridad porque está acostumbrada a que pase lo que sabe que tiene que pasar. Pero es tonta -porque no sabe situar “qué más da dónde” en el mapa- e insensible -porque no es capaz de meter el infinito en una caja y hacerle agujeritos para que respire-. Acostumbra a decir sí, y no, posible, imposible, viable e inviable, y para cada cosa tiene su antónimo, su medida y su momento. Se dedica a pegar etiquetas en las hojas de los árboles y a poner nombres a las flores, y piensa que sólo con porqués se pueden auscultar los latidos del cosmos.

La emoción, sin embargo, no tiene estudios pero escribe poesías, y está tan loca que su recuerdo llora melancólicas sonrisas con sabor a futuro. Viaja con una brújula sin imán, transparenta fronteras, no conoce el prefijo “in-” y piensa que los decimales de pi son una pequeña lista de estados de ánimo.

La razón siente que está sola, pero no lo dice. La emoción quiere expresarse, pero no habla idiomas.

El día que se entiendan, el arco iris dará conferencias sobre óptica, los ríos desembocarán en volcanes, los baobabs trotarán y las nubes formarán ecuaciones diferenciales de algodón rosa.

15 de abril de 2015

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