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No tenía fuerzas para rendirme, así que decidí emprender activamente una búsqueda eidética, es decir, de lo esencial. Pensé que el cambio que afrontaba merecía un decorado literario, y de ahí el blog. En él reflejo pensamientos, reflexiones y emociones que he vivido durante mi estancia en Tanzania enseñando inglés y suajili a niños de preescolar en un colegio rural de la organización Born To Learn, en India como profesor de francés para la Professional School of Foreign Languages de la Fundación Vicente Ferrer, y actualmente en Malí cooperando con CONEMUND en proyectos de seguridad alimentaria y equidad de género. Mi objetivo cabe en una palabra: Compartir.

viernes, 5 de abril de 2013

La pelota que bota



El simple bote de una pelota y las percepciones que de él se pueden tener, que ya adelanto son innumerables, nos van a servir para darnos cuenta palmariamente de la relatividad de las opiniones. Esto no es la teoría de la relatividad, de la que en alguna entrada hablaré en este blog, porque tengo muchas ganas de vulgarizar esa y otras aparentemente inextricables teorías que casi todos hemos escuchado y que producen pavor cognitivo a nuestras neuronas, no permitiéndonos por tanto disfrutar de la maravilla que suponen. Pero ahora estamos con el bote.

Supongamos que una pelota bota encima de la mesa de un vagón de un tren. El viajero que está sentado delante de esa mesa ve que el bote es de arriba abajo, sin más. Sin embargo, cuando el tren pasa por una estación en la que no para, una persona situada en el andén vería pasar la pelota con un bote de derecha a izquierda, por ejemplo, mientras que otra persona situada en el andén opuesto vería lo mismo pero de izquierda a derecha.

Alguien tumbado encima del vagón, que pudiera mirar a través de un agujerito, justo en la vertical de la pelota, apreciaría que para él ésta se haría más grande a medida que asciende –pues en ese trayecto se acerca más a su ojo- y más pequeña a medida que desciende; vería por tanto una pelota que se ensancha y se estrecha. Pero ahí no acaba la cosa, porque un viajero que estuviera tendido en el vagón, debido a su posición de tumbado, vería que la trayectoria descrita sería de derecha a izquierda, mientras que otro viajero tumbado en el vagón pero sesteando sobre su otra oreja vería lo mismo pero en el sentido opuesto. Y así podemos también imaginar a una persona tumbada en el andén de la estación, y a otra en el andén opuesto, cada una con su particular nueva percepción, y de esta manera tenemos infinitos puntos de vista que darían igualmente lugar a otras tantas innumerables percepciones sobre el bote de la dichosa pelota. Entonces, ¿cómo bota en realidad? ¿es que está botando de infinitas maneras a la vez? ¿cómo puede ser eso?

Cuando alguien te insulte, no te lo tomes como algo personal. Piensa que te lo dice porque ve la pelota desde su punto de vista, ese que han determinado su genética, su educación, sus vivencias durante la infancia y durante la edad adulta, los libros que ha leído y los que no, la gente con la que ha hablado y con la que se ha enfadado y de la que se ha enamorado, el estado de salud en el que se encuentra, el humor que en ese momento gasta y hasta la temperatura que hace cuando te lo dice… Nada es realmente objetivo, salvo el hecho de que nada es realmente objetivo. No te aflijas, pues, porque te insulten; ni te engrías porque te loen. Son sólo puntos de vista, no verdades absolutas.

Y recuerda que el hecho de que mucha gente tenga un mismo punto de vista no quiere decir que la pelota sólo bote de una manera, sino simplemente que hay mucha gente dentro del vagón, encima de él o viendo pasar el tren en el andén.


1 comentario:

  1. Interesante entrada moro, todo depende desde el punto en que se mire.. Nos vemos pronto, o eso espero, Un abrazo de tu lanzador de faltas preferido! Jjjj

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