Desde que dejé las ociosas plumas,
en parte porque se las llevó el viento, y en parte porque decidí correr detrás
de él, mantengo un idilio nocturno con una lavadora. Se llama “Capacity” -pues eso reza en su leyenda- y se
apellida “Acomodaticia” -pues así interpreto yo la fuerza que en mí ha
desarrollado-
Discutimos poco, y nos besamos más,
a veces con la nariz, como los esquimales, que en más de una lid onírica he
acabado girándome y hocicando contra su puerta. Pero también discutimos, claro
que lo hacemos, y con las mismas consecuencias que los amantes de verdad, la de
perder el sueño en primer lugar. Se ve que de tanto centrifugar yo mis ideas en
su presencia decidió ella un día no hacerlo con mi ropa, y así, a modo de
venganza por invadir sus funciones guardó para mí tras su puerta una buena
azumbre de agua sucia que por no dejarla sola, e insistir en saber porqué se había
enfadado, derramó sobre mi colchón aguando así mi colada y mi sueño de esa
noche. Quedé con el somier, es decir, con el suelo, pero eso no arruinó nuestra
relación sino todo lo contrario.
Me di cuenta de que la quería
cuando, ya pasada la borrasca, tuve oportunidad de dejarla y no lo hice. El huésped
de esta venta, a quien por cierto nada pago -pues de sobra es sabido que los
caballeros andantes jamás pagaron posada ni otra cosa en venta donde
estuviesen, porque se les debe de fuero y de derecho cualquier buen acogimiento
que se les hiciere, en pago del insufrible trabajo que padecen buscando las
aventuras de noche y de día, en invierno y en verano, a pie y a caballo, con
sed y con hambre, con calor y con frío, sujetos a todas las inclemencias del
cielo y a todos los incómodos de la tierra-, el huésped, digo, se ausentó unos
días y dejó a mi disposición una cama de verdad, y pudiendo cambiar cama por
camastro no lo hice, lo cual me dejó bien a las claras que prefería las duras
peñas acompañado de lo que en ese momento me daba fuerza, la acomodaticia de mi
Capacity, que las blandas y cómodas plumas que otrora menguaron mi alma con una
suma Incapacity.
Ella me recuerda cada noche con
amor, para que nunca más vuelva a engañarme, que
mis arreos son las armas
mi descanso el pelear,
mi cama las duras peñas,
mi dormir siempre velar…
¡Como para no quererla!
Te deja mensajes en la ropa?
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