Os presento otra perla que me he encontrado y
que no puedo dejar de compartir. Ideal para motivar o para confirmar
motivaciones, y válida para todos porque no me creo que haya alguien que nunca
haya soñado aunque sólo fuera soñar que soñaba.
Y curiosamente es ejercicio de
valientes, porque aunque lo primero que asociamos a un sueño es una
huida de la realidad, lo que estamos haciendo es crear otra, es
decir, que más que huida -que de aquí no se escapa físicamente nadie- construimos
una estancia diferente que quizás algún día ocuparemos realmente. No se trata por tanto de escapar, sino de tener más sitios en los que poder estar, y así
como el horizonte (skyline en inglés, “línea del cielo”, término que me gusta
más, porque me facilita la explicación de lo que a continuación quiero decir)
es inalcanzable, ya que por ser la tierra redonda cuanto más nos acercamos a él,
en la misma medida se aleja, así también soñar hace que se nos mueva algo
dentro, y aunque el sueño quede igual de lejos que al principio -igual que la línea del cielo, que no cambia- sólo pensar en
ello ya nos ha movido, a veces el ánimo, a veces físicamente del sitio, y a veces
hasta su consecución, dando lugar entonces a un sueño cumplido, a algo mágico.
Este ejercicio agranda en
cualquier caso nuestra zona de confort, una de esas que dan título a este
texto. Zona de aprendizaje y zona de pánico, o mágica, según el cristal de valentía a través del cual se mire, son las otras cuya naturaleza se explica en este vídeo, que constituye la perla de la que os hablo. Es delicioso; que os aproveche:
Por lo visto la zona de confort
crece cuando se sueña, pero, ¡ojo!, que lo que no dice es que merma si no se
sueña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario